Sebastián

Después de que me encargue de mi situación en mis pantalones, volví a mi lugar como si nada hubiese sucedido. David me daba miradas sospechosas, pero yo seguí atento a lo que comentaban el resto de los alfas.

-Los rouges cada vez más cerca y tomando más confianza, si no los detenemos, van a tomar nuestros territorios como si nada― decía uno de los alfas mientras yo intentaba concentrarme.

-Yo creo que sin duda el problema son los humanos- decía Marco de la nada.

-¿Qué tienen que ver los humanos?- preguntaba Xavier.

-¿Pues no es obvio Alfa? A los humanos tener sus pueblos tan cerca de nuestros territorios... permiten que los rogues pasen a sus anchas. Yo creo que sin duda sí manejáramos estas tierras, todo sería más fácil decía Marco sonriendo.

-Los humanos tienen estos territorios desde hace años- decía otro alfa un poco más viejo.

-Pues todo tiene que ir cambiando... nosotros siempre nos hemos mantenido muy neutrales con ellos y creo que eso tiene que cambiar- decía Marco muy seguro.

-¿Y qué sugiere alfa Marco?- preguntaba Xavier molesto.

-Pues... declararlos nuestros enemigos y demostrarles quiénes mandan, inclusive podríamos comenzar con este pequeño pueblo decía él y yo me ponía cada vez más nervioso.

Y me sentí peor cuando a lo lejos veía que venía ella a traernos nuestros platos y vasos.

Quedé petrificado, pues era obvio que se podía sentir mi olor sobre ella sin mencionar que yo no traía mi camisa bajo mi chaqueta y con todo y eso... yo no podía dejar de sentir la satisfacción de que ella tuviera mi olor por todo su cuerpo. Me podía imaginar como si fueran mis manos y mi piel acariciándola completamente.

Ella se veía aterrada y cuando me vio la situación fue aún peor, ella no era una simple humana, pues sabía quiénes éramos realmente y parecía evidente que prefería estar lejos.

Sin mencionar que yo le desagradaba... más que todos los demás juntos. Nadie dijo nada, solo Xavier agradeció, yo ni podía hablar...hasta que Marco hizo una estupidez y lanzó varias cosas al suelo.

Mi dulce mate estaba cada vez más nerviosa y yo tuve que luchar con la urgencia de defenderla y de pararme a ayudarla. Y cuando vi que ella se había cortado... no hice nada para mejorar la situación. De

nuevo.

vel.net

-Eres una vergüenza y una desgracia para los de nuestra clase- me decía mi lobo en mi cabeza y yo ni siquiera podía discutir, pues él tenía razón. Cualquier hombre lobo habría matado a quien tratara a su mate de esa manera... y yo simplemente me quedaba ahí como un tonto. Content

Y después de horas de reuniones y discusiones, por fin salíamos y mi corazón se aceleraba pensando en que tenía que verla de nuevo, preferiblemente a solas.

Era mi primer día sabiendo que tenía a mi mate, inclusive la había tocado y ya estaba desesperado. Pero cuando iba a salir, Marco empezó a hablar sobre ella.

-Sí, yo la ayudé con algo y por eso tenía mi olor- decía yo excusándose como un cobarde. Mientras Marco se acercaba y me susurraba.

-Sebastián...creo que tú más que

nadie debe entender lo que tenemos que hacer con los humanos ¿No es cierto? Tu manada sufrió en carne propia de lo que ellos son capaces y si...ella hubiese estado en mi

manada... ya estaría muerta

е

dice él

yoyo me contengo todo lo que puedo mientras Connor quiere sacar las garras y matar a este alfa.

-Tomaremos a los humanos... voy a proponer para el Concilio mañana a primera hora- decía él. Yo me quedaba callado, y cuando percibía que el olor de ella iba desapareciendo salí corriendo y otra vez tuve que ver su expresión de horror al verme.

Pero ahora, además de tenerme miedo, era obvio que le molestaba, podía sentir su rabia en cada una de sus palabras y la peor parte es que yo no sabía qué decirle, deseaba tanto estar cerca de ella que cuando lo estaba me quedaba simplemente como un tonto observándola.

Recalcó que no debía llamarla Tati,

se ofendió cuando pensó cuando ella pensó que solo me importaba mi tonta camisa. Después vi la herida en su mano, pensé que había sido algo pequeño, pero ahora veía que sangraba y mi corazón prácticamente se detuvo, pero yo seguía metiendo la pata una y otra

vez.

Mi lobo siempre habrá sido férreo y fuerte y ahora era simplemente como un pequeño cachorrito desconsolado. Ambos estábamos heridos... todo por mi culpa. No tenía a nadie más a quien culpar. -No puedo hacer esto... ella me odia- le decía a mi lobo viendo como ella se iba.

-Tenemos que seguirla― me decía él y yo dejaba mis cosas tras un árbol para que Connor tomara el control, él lo necesitaba y yo no podía negárselo.

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