Capítulo 2294 

La abuela asintió con la cabeza; ella conocía bien el carácter de su nieto, que a veces simplemente no podia cambiar de opinión. 

Y en cuanto a su relación con Maira, la mayoría de las veces, en realidad, era Maira la que toleraba al 

hombre. 

Cuando Leonardo estaba con Rita, parecía que él era el que la toleraba, pero en realidad, Rita siempre estaba pendiente de los deseos de Leonardo. 

Ella le hacia berrinches y se ponía caprichosa, pero todo tenía un limite. 

La joven tenía miedo de que Leonardo se cansara de ella. 

Si Rita cruzaba sus limites, tal vez Leonardo se alejaría de ella sin mirar atrás. 

Pero con Maira, las cosas eran completamente diferentes; ellos se toleraban mutuamente. 

Desde que estaba con Maira, Leonardo había hecho muchas cosas que nunca antes había hecho. 

yolla 

Fue en sus discusiones cuando se dio cuenta de que sus propios límites podian rebajarse una y otra vez por alguien. 

A veces, incluso llegaba al punto de que, si Maira le prestaba atención, él estaba dispuesto a dejar de lado su orgullo. 

Pero Maira no sabía nada de esto, solo sentia que siempre terminaban discutiendo cuando estaba con 

Leonardo. 

La anciana veía todo esto y entendía que nadie se atrevía a discutir con Leonardo, incluso los hijos de familias que estaban a la par con ellos económicamente. 

Leonardo, después de tanto tiempo luchando en el mundo de los negocios, ya tenía la frialdad y la decisión de un comerciante. 

Cuando interactuaba con gente de su edad, parecía distante, pero Maira no le tenía miedo. 

Después de todo, ella era una persona muy especial para él. 

“Vamos, has estado afuera tanto tiempo que tienes las manos frias. Vuelve rápido, no vayas a enfermarte otra vez, no sabría cómo explicárselo a Leo”. 

Maira se sintió un poco avergonzada; Leonardo había estado tan preocupado por su salud últimamente que se desesperaba por cualquier cosita. 

La abuela, sin embargo, estaba contenta. 

Cuando regresaron, el nudo en el corazón de Maira se había deshecho en gran parte. 

No había forma, ¿quién la iba a culpar si la hermana de Rita había perdido la vida tratando de salvar a Leonardo? 

Ya había una conexión entre ellos que ella no podía romper, sin importar lo que 

hiciera. 

Al volver, encontraron a Leonardo observando cómo el anciano y Rita preparaban empanadas en la cocina. 

Rita y Leonardo estaban separados por el anciano, y la anciana estaba contenta con la distancia entre ellos. 

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“Qué bien, Leo, ahora también aprendiste a hacer empanadas”. 

Leonardo solo había intentado hacer una por probar. 

La anciana se acercó a examinarlo, y justo cuando Maira pensaba en ir a lavarse las manos para ayudar, ella la detuvo. 

“Eres una enferma, tu cuerpo aún no se ha recuperado del todo, ¿cómo vas a trabajar?”. 

Maira se sentía un poco mal viendo a Rita trabajar. 

Además, la anciana ya se había ido a lavar las manos, claramente era un esfuerzo de equipo. 

Fue entonces cuando Rita habló en el momento justo para persuadirla: “Mairita, has estado descansando en el hospital, ¡lo mejor será que no te esfuerces!”. 

Maira había querido comer empanadas en el hospital, y Leonardo había pensado que hoy sería el día perfecto para consentirla con una comida casera, la cual sería mucho más deliciosa que si se la llevara al hospital. 

El relleno lo había preparado Flora, especialmente al gusto de Maira. 

Eso era lo que pensaba Leonardo también, asintió y le pidió a Maira que descansara, preferiblemente que se recostara en el sofá y viera algo en la televisión. No hacer nada era lo que más le satisfacía. 

Maira rodó los ojos y se quejó en voz baja junto a Leonardo. 

“Ya volvi del hospital y todavía no me dejas hacer nada. 

¿Acaso quieres que me convierta en una inútil? Que solo sé comer y beber”. 

Leonardo levantó una ceja; su intento de hacer empanadas era un poco lento, carecía de la habilidad de los ancianos, pero definitivamente era mejor que Rita. 

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