-¿Qué haces aquí? -Le grite levantándome de la silla.

Me duele muchísimo el hacerlo, pero la adrenalina es tan fuerte que no siento absolutamente nada. El sentimiento que predomina en mi ser es el dolor, pero; principalmente, la rabia y el enojo.

Sino le grito lo que merece es porque no quiero perturbar el descansó de mi princesita adorada.

-No es evidente, vine a despedirme de mi hija.- Alega

-¡Lárgate! -Le exige Fernando

-¡Yo tengo más derechos que cualquiera de ustedes! -Se dirige a Emiliano y Fernando. -Era mi hija, nuestra hija Belinda. Mi lugar es contigo Bell, con mi mujer-Él intenta acercarse a mí con intenciones de abrazarme, pero Emiliano se interpone.

-¡Está bien! -Le pido a Emi y este se aleja.

Diego se acerca a mí y extiende sus brazos, pero antes de permitir que me toque estreche mi puño en su mejilla.

Que Diosito y mi Sarita me perdonen, pero no logré contenerme.

-¡Tú la mataste y ahora vienes aquí a fingir dolor! ¡No eres más que un cobarde y un asesino, pero te juro que lo pagarás, Diego Valencia! ¡Te lo juro sobre la tumba de mi hija porque era solamente mía!. -Deje caer un par de lágrimas

-El único asesino es el mi amor -Él señala a Fernando -Él provocó ese accidente porque no toleraba que tú tendrías un hijo mío. Debería estar en prisión.

-¡Hijos por favor! -Nos pide el sacerdote

-¡Yo nunca te lastimaría a ti ni a mi hija!-Es todo lo que dice antes de dejar las rosas a su lado y marcharse junto con su padre.

Simplemente, sollocé entre los brazos de mi tío mientras continúa la ceremonia.

Cuando llegó el momento de cargar el ataúd un familiar podía hacerlo y a pesar de que yo me encuentro muy débil decidí hacerlo aunque Emiliano me ayudó a llevarlo hasta su lugar de descanso.

Deje un beso en la madera antes de observar como lo colocaron en la tierra y los familiares le dejábamos flores y presentes arriba de la madera antes de cubrirlo con tierra.

No logré contener mis lágrimas al observar como lanzan tierra y va desaparecieron mi pequeña de mi vista. No sé si existe la vida después de la muerte o el cielo, pero la realidad es que mi pequeña ya no está.

Sentí que unos brazos rodean mi cintura y unos labios en mi mejilla al levantar la vista me percaté de que el dueño de ese azul intenta reconfortarme.

-Eres la mujer más fuerte que he conocido en mi vida y te prometo que saldremos adelante juntos. -Él lleva sus manos a mis mejillas deteniendo mis lágrimas y yo simplemente reposé mi cabeza en su hombro.

Pude observar la mirada de Emiliano y este tomó mi mano ejerciendo fuerza en ella.

Cuando termino la ceremonia ellos se alejaron y les pedí que me dejarán a solas en el sepulcro de mi pequeña.

-Mi bebita yo te juro que te amo con todo mi corazón y nunca te olvidaré. No sé cómo ni cuando, pero me encargaré de que el pague lo que te hizo, te lo juro.

Sentí unos brazos en mi hombro y cuando me voltee me percaté de que se trata de la madre de Emiliano quien me abraza.

-Nadie mejor que yo entiende como te sientes mi amor y no te mentiré nunca lo superas, pero debes aprender a vivir con ello.

-Me quiero morir Catalina

-No digas eso mi amor, debes encontrarle un sentido a tonto dolor.

Fuimos interrumpidos cuando su hijo se acercó al lugar y ella le dio un abrazó para luego acercarse a mí.

-Perdón.

-El único culpable se llama Diego Valencia

Él simplemente me estrecho entre sus brazos y dejo un besó en mi mejilla.

-Bell debemos irnos

-No quiero dejarla solita -No logró controlar mis sollozos

-Nuestra Sarita siempre estará en nuestro corazón y podremos venir a verla siempre que lo desees, pero ahora debemos irnos mi amor.

Deje un beso en la crucecita con su nombre Sara Uriarte porque así lo ordene yo. No quiero que mi pequeña ni siquiera en su sitio de descanso tenga el apellido de ese monstruo.

Me consuela el saber que ella descansa cerca de mi mamá y me gusta pensar que ella la cuidara.

Cuando termine de despedirme Emiliano me cargo en brazos para llevarme junto con los demás e irnos a mi casa.

-No te acostumbres a que te cargue debes caminar de a poco, bonita.

***

Durante toda la tarde mi familia me acompañó en mi casa. Ante ellos finjo que estoy mejor, pero me siento rota por dentro.

En este momento me encuentro acurrucada en mi cama abrazada Aarón quien no se ha despegado de mí desde que me vio entrar.

No dejó de acariciar su cabello y dejar besos en sus mejillas.

-Te extrañé, Mami.

-Yo también mi príncipe hermoso

-Papi dijo que yo debía contarte un cuento y arroparte. ¿Tienes frío, mami?

Negué con la cabeza -No mi Sol, tú me cuidaras y no me dejaras comer dulces luego de cepillar mis dientes.

Él niega con la cabeza -Solamente uno ¿Mi hermanita se fue al cielo?.

Asentí con la cabeza -Si ahora Sarita es un hermoso angelito y siempre te cuidara.

Cuando Aarón se durmió me aleje de él y me dirigí al balcón de mi habitación a observar la noche.

No negaré que una parte de mí desea lanzarse para acabar con todo, pero otra desea algo muy diferente, venganza.

Existen mujeres como Catalina quienes después de sufrir enfocan su dolor en algo positivo y durante algún tiempo yo fui así.

Intente pensar que Sarita era una recompensa por los abusos de Diego, pero ahora ella me fue arrebatada y ya no tengo nada que perder.

Lo único que siento en mi corazón es odio y quiero desquitarme.

-¡No lo hagas!

Cuando me voltee me percaté de que Fernando me está observando y prácticamente saltando cruza la ventana para acercarse a mí.

-¿Qué no haga qué? -Pregunto confusa

-Belinda sé que todo es muy difícil, pero debes pensar en nuestro Aarón. Él te necesita muchísimo y yo también, me moriría sin ti, no tienes una idea cuanto te amo.

Reí -Si yo quisiera matarme ya lo habría hecho Fernando. Lo último que deseo es morir al menos que eso tenga algún sentido.

-No entiendo

-No tienes nada que entender, Fernando, solamente quiero que te alejes de mi vida.

Mi vida tiene un nuevo sentido, existe una razón por la cual no acabo con mi vida y esa razón es acabar con Diego Valencia.

No tengo espacio ni para Emiliano ni para Fernando ni para nadie. Lo único que deseo es acabar con ese infeliz y para lograrlo debo tenerlo muy cerca y hacerle creer que tiene una oportunidad conmigo.

-¡Belinda! -Escuche los gritos de Emiliano quien también se acerca -Por favor baja mi amor

-¡No soy nada tuyo, Emiliano!. -Me Centre en ambos -Fernando tú eres el asesino de mi hija y por ello no quiero volver a verte, en cuanto a Emiliano es el inútil que no logró salvarla por esa razón los odio a los dos y no quiero volver a verlos nunca más.

-Sé que estás dolida -Habla Emiliano

-Ustedes no entienden como me siento y nunca lo harán. La Belinda dulce, buena y estúpida que aman se murió junto con su hija, yo soy muy diferente a ella y no tengo espacio para ninguno de ustedes en mi vida.

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