No puedo creer lo que me está ocurriendo. Me siento devastada y humillada ante las imágenes que estoy viendo y que están mirando las personas del estrado, el jurado, el juez y todas las personas en esta sala.

No puedo creer que Fernando haya expuesto ese horrible vídeo como prueba de que soy una madre incompetente.

Iba ganando el juicio con los testigos de mis familiares y las maestras de Aarón, con los emails, pero Fernando tuvo que jugar sucio y no le intereso humillarme frente a todo el mundo.

Mi abogada exigió que quitaran ese vídeo y el juez aceptó, luego al transcurrir unos minutos dictaron sentencia. Como era evidente que ocurriría Fernando gano la custodia completa de mi hijo.

Ante la corte soy una mentirosa quien inventó un secuestro cuando en realidad se acostó con el primo de su ex pareja y permitió que él la filmara.

También soy una irresponsable a la cual no le importó dejar a su hijo solo durante los últimos seis meses, esa es la acusación que realizó el abogado de Fernando.

Como no tiene sentido ver las risas de Olga y Tamara ni darles la satisfacción de verme llorar simplemente salí del juzgado.

Me percaté de que mi tío y Emiliano me están siguiendo, pero no deseo detenerme para escuchar que todo estará bien cuando la realidad es que acabo de perder a mi Aarón para siempre.

—Belinda —Me detuve cuando Emiliano me atrapó de la cintura.

—ya-ya lo perdí —No logró formular ninguna frase sin sollozar

Él simplemente me estrecho entre sus brazos y permití dejar correr todas mis lágrimas en su hombro.

—Debe haber alguna manera, no conozco mucho de leyes pero podemos apelar. —Me dice mi tío.

Simplemente, negué con la cabeza —No tiene caso siempre inventarán algo nuevo para desprestigiarme además Aarón ya no me quiere.

—Amor es solamente un niño, él no sabe lo que dice. Recuerdas cuando decías que me odiabas por romper tu piñata en forma de unicornio.

Asentí con la cabeza

—¡Belinda!. —Escuche la voz de Fernando quien se acerca corriendo.

—Supongo que vienes a burlarte, ganaste, Felicidades.

—Solamente un miserable humilla a una mujer de esa manera. —Emiliano está a punto de golpearlo, pero yo lo detengo.

—Este tipo no vale la pena. —Me centré en él—Creí que eras diferente a tu familia, pero eres igual a ellos

—No tenía idea que usarían ese vídeo. Yo lo borre luego de enseñártelo y nunca se lo envíe a nadie, debió ser Diego.

—Tú y Diego son la misma basura. Me quitaste lo que más quería, solamente espero que seas un buen padre por el bien de Aarón. Quiero que cada vez que lo veas a los ojos y lo veas llorar, lo escuches preguntar cuando me verá recuerdes que tú le quitaste a su madre.

De repente volví a ver todo nublado y ese maldito dolor de cabeza regreso a mí.

—¿Estás bien, Belinda?

—No la vuelvas a tocar en tu vida, lárgate idiota.—Emiliano me carga en brazos —Respira profundo, iremos por algo dulce así te sientes mejor.

—Tranquila mi amor —Es la voz de mi tío.

Al llegar a mi casa Emiliano me controlo la presión y me suministro un pequeño calmante para qué logré descansar.

Cuando me desperté observe por la ventana que ya es de noche. No tengo idea cuanto tiempo estuve dormida.

Pero ya no importa porque mi Aarón debe estar muy lejos y no pude despedirme de él.

—Al fin despiertas —Es la voz de Margarita lo cual indica que me encuentro en mi casa.

—Quisiera nunca despertar

—No digas tonterías al menos déjame tu dinero antes.

—No estoy para chistes.

—Tu hijo tendrá todo lo que desee y Fernando no es un mal padre. Estoy segura de que muy pronto te lo regresará.

—Mi hijo será un niño caprichoso, frívolo y vacío como Fernando y Mariana; y lo peor pensará que lo abandone.

Fuimos interrumpidos cuando Emiliano entro al lugar con una bandeja la cual contiene un sándwich y jugó de naranja.

—Nuestro bebé te demandará por no alimentarlo en horas.

—No es tuyo, es de Diego y tampoco me conocerá porque él me lo quitara. —No logró controlar mis estúpidas lágrimas.

Me siento impotente al no poder hacer otra cosa más que llorar. Ni siquiera teniendo dinero dejaré de ser la pobre estúpida a la cual todos humillan y lastiman.

—No pienses de esa forma Belinda.

—Es la verdad nadie me creerá ni a ti que Diego me secuestro. —No me contuve y lance la bandeja muy lejos —¡Con ese estúpido vídeo parece que fui su amante.!

—Belinda una cosa no tiene que ver con la otra. Una mujer puede demandar a su esposo o amante por abuso sexual si tiene pruebas. Confía en mí.

—Yo no confío en nadie. Déjenme sola. —Simplemente, me volví a recostar.

—Te traeré otro sándwich.

—No comeré nada.

Cuando ellos se marcharon simplemente cerré la ventana y me recosté en mi cama. Al transcurrir unos cinco minutos me di cuenta de que la puerta volvió a abrirse.

No entiendo por qué no me pueden dejar tranquila, estaba a punto de volver a gritarles cuando sentí unas manitos en mi espalda.

Por un momento me imaginé a Aarón, pero al girarme me di cuenta de que se trata de Mateo. Simplemente, lo cargue entre mis brazos y me dediqué a abrazarlo mientras él juega con mi cabello y me mira a los ojos.

***

Me desperté con el pequeño jugando con mi cabello y mis brazos acalambrados debido a que no lo solté en toda la noche.

Ya estoy cansada de la cama y por ello me dirigí a la ducha para darme un baño y cuando termine me cambie de ropa escogiendo una blusa color blanca y unos shorts color azules.

Al bajar las escaleras me percaté de que Emiliano, Margarita y mi tío están desayunando en el comedor.

—Te habría llevado el desayuno, pero no quería que me lo lances en la cara

—Lo siento mucho, Emiliano.

—No es nada, bonita.

—¿Cómo sigues, amor?

—Más tranquila, anoche pensé mucho y tomé una decisión.

—¿Cuál?

—No seguiré con el juicio contra Diego ni me vengaré de él. Me iré a Estados Unidos a buscar a Aarón.

—No estás pensando claramente —Me dice Emiliano

—Ya Diego me arruinó la vida y encarcelarlo no cambiará nada.

—Ese tipo nunca te dejará en paz, Belinda. Cuando lo encarcelemos yo mismo te llevaré a buscar a Aarón, pero debes continuar.

—Opino como Emiliano, amor.

—¡Es mi maldita vida! ¡Solamente les comuniqué lo que haré!.—Es todo lo que digo antes de salir de esa casa.

Caminé unas cuantas cuadras hasta que llegue al parque en el cual solía jugar mi pequeño y me senté en la banca de siempre a observar a los niños.

No podré estar sin él, no lo soportaré.

Desearía retroceder el tiempo y cambiar muchas cosas. No haber sido una ingenua con Diego, no caer en las mentiras de Fernando. Cambiaría lo que sea para traer a mi Aarón conmigo.

—Belinda —Él fórmula mi nombre cuando se sienta a mi lado

—No te cansas de seguirme, Emiliano.

Él niega con la cabeza —No me canso de cuidarte

—No espero que entiendas por qué no tienes hijos

—No tengo hijos efectivamente, pero si estuve mucho tiempo alejado de mi madre por culpa de mi padre y a diferencia de Fernando él no me quería y me maltrataba.

—Lo siento —Uní mis manos a las suyas

—Belinda debes pensar en Aarón, pero también en ti. Tengo el presentimiento de que Diego planeo todo precisamente para desestabilizarte y que no prosigas con la demanda. Si ese tipo sigue libre no dudes que volverá a secuestrarte e incluso sería capaz de robarse a tu bebé.

Negué con la cabeza —No soportaría perder a otro hijo

—Te apoyaré en lo que decidas incluso tocando puerta por puerta en Estados Unidos porque no tienes ni una idea en donde está Fernando y nada te asegura que al verte no volverá a irse.

—No entiendo por qué me odia tanto

—Es un hombre dolido, pero no es justificación para alejar a una madre de su hijo. No tiene perdón y sinceramente esperó que la vida no le regrese todo el sufrimiento que causa. La vida siempre te regresa lo bueno y lo malo, y lo peor es que te castiga con lo que más te duele.

Las palabras de Emiliano eran profetas y en ese momento no me di cuenta. Tal vez tendría que haberle prestado atención, pero estaba centrada en mi dolor.

No tenía una idea de lo que venía en camino, el sufrimiento no vendría solamente para Fernando sino también para mí.

Tal vez cometí un error al decidir quedarme y enfrentar a Diego porque no tenía idea de los alcances de su maldad, pero eso es algo que no puedo cambiar.

Tampoco puedo cambiar lo que estaba a punto de ocurrir y me destruiría.

Miro al pasado con nostalgia y solamente tengo dos certezas. La primera es qué me siento muerta en vida y la segunda es que ya no tengo nada porque vivir, por lo tanto, no tengo nada que perder.

Nadie ni nada impedirá que acabe con Diego Valencia.

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