Belinda

Siento que mi cabeza está estallando debido al dolor que siento y mi espalda también duele.

Parpadee tres veces antes de abrir los ojos y lance varios bostezos.

Observe a mi alrededor y me percaté de que me encuentro en una sala de clínica y como la última vez que me desperté en este estado el mismo hombre se encuentra a mi lado.

—¡Buenos días, bonita! —Él deja un beso en mi mejilla.

—¿Quién eres tú?.

—¿Es broma verdad, Belinda?.

Reí fuerte —Por supuesto nunca olvidaría a mi doctor favorito. ¿Qué me paso?

—Tu presión estaba por las nubes. Eso te ocurre por creerte la mujer maravilla y olvidar que estás embarazada.

—¡Ya no me regañes!.

—Por supuesto que lo haré, me preocupaste mucho.

—Diego ya sabe del bebé, no sé que haré.

—Debes estar tranquila, Belinda. No dejaré que ese idiota se acerque a ti ni a nuestro bebé.

—¿Nuestro bebé? Yo soy la mareada y tú dices incoherencias.

Él lleva sus manos a mis mejillas —Nunca has pensado que le dirás al bebé cuando pregunté sobre su padre.

—Que está en el cielo o que se fue a un largo viaje. Esas son mis opciones.

—Tengo una tercera opción, yo quiero ser el padre de tu hijo. No te pediré nada a cambio, podemos decirle que sus padres intentaron estar juntos, pero no funcionó y que son los mejores amigos y lo adoran ¿Qué dices?.

—Creo que eres el mejor de los hombres, pero no creo que a la mujer que amas le agrade esa noticia. Deberías tener hijos propios y formar tu familia en lugar de enredarte en mis problemas.

—Te quiero Belinda con tus problemas, tus hijos y tu cabello desordenado.

Él une sus labios a los míos en un beso suave y lento con el cual se permite saborear mis labios.

Siento que todavía estoy dormida o estoy en un sueño dentro de otro sueño. No puedo creer que Emiliano me esté besando.

Al darse cuenta de que no le sigo el beso él simplemente se aleja de mí.

—Cuando me informaron que estabas internada sentí por un momento la posibilidad de perderte y me faltaba el aire. No planeaba decírtelo ahora, pero ya no puedo callarlo, Te amo Belinda.

—Eres tan dulce y especial, te mereces a la mejor de las mujeres.

—Tú eres la mejor de las mujeres

—Yo estoy rota, Emiliano.

—No estás rota y si lo estás te ayudaré a sanar. En este momento no me respondas nada, Belly, pero cuando pasen los juicios y Diego este en la cárcel promete que pensaras en la posibilidad de estar conmigo.

—Lo prometo

—No quiero que nada cambie entre nosotros. Aunque no me aceptes como pareja yo quiero estar en la vida de tu bebé. Darle mi apellido y todo el amor del mundo. —Él llevo sus manos a mis mejillas deteniendo mis lágrimas —No llores mi vida.

—Creo que el mejor regalo que le puedo dar a mi bebé es darle un padre como tú. Aceptó que tú seas su padre.

Él me estrecha entre sus brazos —Te prometo que no te arrepentirás nunca.

Debí transcurrir el resto del día en la clínica y antes de que llegue la noche me dieron el alta.

Mi tío y Ángela insistieron en que regrese a casa, pero yo solamente deseo estar cerca de Aarón y por ello regrese a casa de mi padre.

Me encuentro cenando con ellos. El ambiente se siente muy tenso debido a que ya no oculto mi estómago.

Mi abuela se nota feliz al tener otro nieto, mi padre desconcertado al igual que Olga, Mariana y Fernando inexpresivos y Tamara radiante.

—¿Está bien tu ensalada amor? —Me pregunta mi abuela

Asentí con la cabeza —Sé que no deben alterarme por órdenes médicas, pero odio ese absurdo silencio.

—No me queda más que felicitarlos a Diego y a ti.—Habla Tamara.

—Provecho.— fórmula Fernando antes de alejarse

—Me duele que no hayas confiado en mí.

—Lo siento, pero te recuerdo que ocultaste la paternidad hasta mis veintitrés años.

—Es evidente que nunca confiaras en mí y olvida la idea de que tú serás la presidenta. Lo último que necesitas es estrés en tu vida. Tú deber es cuidar de tu embarazo.

Asentí con la cabeza —¿Qué te paso en la cara, Mariana?.

—Me asaltaron.

—De todos ustedes solamente cuatro personas me interesan esas son Aarón quien está durmiendo y no entiende lo que ocurre. Mi abuela, mi padre y Mariana.

—¿Yo? —Pregunta incrédula

—Eres mujer y trabajas en la empresa como las demás, por lo tanto, corres peligro con Diego al acecho. Aunque duden de mi palabra ese hombre es un abusador y alguien debe detenerlo.

—¡Porque no admites que huiste con Diego! — Espeta Olga.

—Yo no te demostraré ni a ti ni a nadie que estoy diciendo la verdad. Las evidencias hablarán por si solas solamente les advierto que el hecho de que yo esté esperando un hijo de él no lo convierte ni en mi pareja ni en mi esposo ni en nada mío, por lo tanto, no quiero a ese tipo en esta casa ni cerca de Aarón.

—Siempre he considerado a Diego un muchacho irresponsable y caprichoso, pero nunca creí que fuera capaz de abusar de una mujer. Sin embargo, si mi hija lo afirma le creeré. Ese sujeto no pisará esta casa.

—Mariana no tengo ánimos para discutir por lo cual si quieres verlo debe ser fuera de esta casa y bajo tu propio riesgo.

—Haz lo que se te dé la gana, Belinda. —Es todo lo que dice antes de alejarse

***

Intente dormir, pero no logré hacerlo debido a que mañana es el juicio por la custodia de Aarón. Ya he preparado mi defensa, pero no puedo evitar sentir inseguridad.

Decidí ir rumbo hacia la cocina para beber un vaso con leche y galletas, quizás eso logra que tenga sueño.

Me alarme cuando escuche sonidos extraños y por ello me acerqué a la cocina. Me percaté de que Fernando acaba de llegar y él no puede mantenerse en pie.

El hombre camina rumbo hacia las escaleras tambaleándose.

—¡Fernando!. —Le grito para llamar su atención y él me regala una mirada. —Te caerás.

Él se acerca a mí lentamente y me estrecha entre sus brazos inhalando el aroma de mi cabello. Puedo sentir mi hombro húmedo debido a sus lágrimas.

—¿Por qué Belinda?.

—Fer estás ebrio

—¿Por qué? —Él no deja de repetir —¿Por qué me hiciste esto cuando te amo más que a mi vida? ¿Por qué me dejaste de amar?.

—Nunca te deje de amar y no hablaré contigo en este estado.

—No tienes una idea cuanto te odio porque no puedo arrancarte de aquí. —Él lleva su mano a mi pecho—Eres la única mujer que he amado —Él lleva sus manos a mis mejillas y une su frente a la mía —Me destruiste, me destrozaste, me mataste, Belinda.

—Fernando no me digas eso—Lleve mis manos a sus mejillas deteniendo sus lágrimas las cuales se mezclan con las mías.

—Es la verdad por favor dime ¿Cómo lograste dejar de amarme? Porque yo no puedo estar sin ti. Cada segundo desearía estar muerto. Eres muy cruel Belinda, la peor me llevaste al cielo, me hiciste conocer el amor y luego me dejaste caer al peor de los infiernos ¿Dime que te hice para merecer esto?. Lo único que hice fue amarte.

—Mejor ya no pienses esas cosas y ve a la cama… Descansa.

—Te dije que solamente contigo no sentía aquel vacío, que solo contigo era yo mismo, que podrías destrozarme y no te importo nada. No te importo la promesa que nos hicimos de siempre volver el uno con el otro, seguramente no lo recuerdas.

—Claro que lo recuerdo.

Él no escucha razón solamente necesita desahogarse por lo cual debo dejarlo hablar. Cuando estás destrozado debes sacar todo lo que sientes o te quema el alma.

—¿Sabes que es lo peor? A pesar de que me engañaste y tendrás un hijo con otro yo te amo, te adoro. —Él une sus labios a los míos en un beso suave el cual correspondí—Me duele respirar sin ti

Intento rechazar sus besos, pero él ejerce fuerza en mi cabello sin dejar de besarme.

—Dime que me amas Por favor.

—Te amo, Te amo. —Deje otro beso en sus labios el cual él me correspondió.

Él desató mi bata para luego despojarme de ella y exponer mi camisón de tiras.

Él deslizó sus labios a mi cuello dejando besos y mordidas allí. Siento su aliento alcohólico en cada parte de mi cuerpo, pero no me interesa.

Siento que mi piel se eriza al sentir su tacto en mi cuello y el roce de su pequeña barbilla mientras sus manos se deslizan hacia mis muslos subiendo mi camisón.

—Vamos a mi cama, amor.

—Está Tamara

—La corremos, tú eres mi mujer solamente tú.

Nos alejamos cuándo escuchamos que alguien baja las escaleras. Sin dudarlo me oculté en la cocina y agradecí el hacerlo cuando me di cuenta de que es Olga.

Ella ayudó a su hijo a subir rumbo hacía su habitación y cuando me di cuenta de que era seguro subí a mi cuarto.

***

Hace más de dos horas me desperté y aún no puedo creer que lo que ocurrió anoche fue real. No deseo hacerme ilusiones con Fernando porque estaba muy ebrio cuando me dijo que me sigue amando.

Además, tampoco perdono todo lo que me ha ofendido durante los últimos meses.

Estoy intentando jugar con Aarón, pero mi hijo me ignora y se centra en sus juguetes.

—No quieres compartir tus juguetes conmigo.

Él niega con la cabeza

—¿Estás enojado conmigo?

—Ya no te quiero.

Reí —Ah si y porque no me quieres bebé.

—No me digas así, ya no te quiero. —Me preocupé cuando me percaté de que él está llorando sin detenerse.

—¿Qué pasa, Aarón?

—Vas a querer más al bebé que a mí. Lo prefieres a él y a Diego, nos vas a dejar por él.

—¿Quién te dijo eso Aarón? Es mentira

—La que miente eres tú. —Él comenzó a golpear mi estómago con sus manos

—¡No hagas eso, Aarón!. —Al escuchar mis gritos él simplemente aumenta sus sollozos

—¡Te odio!. —Es todo lo que dice antes de alejarse.

Intente seguirlo, pero alguien se interpuso en mi camino con solo verla sé que es ella quién le dijo esas mentiras a Aarón.

—¡Déjame pasar Olga!.

Ella niega con la cabeza —¿Para qué? Deja de lastimar a mi hijo y a mi nieto, lárgate con Diego y tu hijo. Lárgate de nuestra vida para siempre.

—Que clase de monstruo lastima a un niño de siete años con mentiras —No me controle y estrelle mi mano en su mejilla.

—¡Belinda! —Escuche el grito de Fernando —¿Cómo te atreves a pegarle a mi madre?.

—Tu madre puso a Aarón en mi contra.

—¡Eso lo hiciste tú sola!. Espero que hayas disfrutado estos días con el porqué nunca más volverás a verlo. Después del juicio me lo llevaré a Estados Unidos con Tamara.

—Si allí será nuestra boda—Agrega ella uniendo sus labios a los de él.

—Espero que nunca te des cuenta de lo injusto que eres conmigo porque aunque me pidas perdón de rodillas nunca te perdonaré.

Si Aarón ya no me quiere no tengo nada que hacer en esta casa por ello decidí irme.

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