Estoy llegando al consultorio de Emiliano con Aarón. Fuimos a un restaurante cercano y compramos la comida favorita de Emi para almorzar los tres juntos.

Estaba a punto de tocar la puerta cuando me percaté de que está abierta. Puedo observar a Rubí abrazándolo y sollozando mientras él le responde los abrazos.

Siento que la rabia me invade y no comprendo el motivo.

Tal vez creí que él solamente era un amigo especial conmigo, pero lo es con todas las mujeres.

Estaba a punto de irme para no interrumpir la bella escena, pero Aarón entro corriendo al consultorio.

—No los sentí llegar ¿Cómo estás, Aarón?. — Pronuncia y besa la mejilla de Aaron y luego la mía

—Vinimos a invitarte a almorzar — Anuncia Aarón.

—Que pena hermoso, pero hoy no puedo.

—Debí avisar antes que vendríamos, no sabía que estabas ocupado ¿Cómo estás, Rubí? —Le devuelvo la sonrisa falsa a esa mujer.

—Ahora no me siento bien Belinda y planeaba almorzar con Emiliano para charlar.— Me informa

—Vaya no sabía que era terapeuta en lugar de pediatra —Bromee

—¡Belinda!. —Exclama, por primera vez en la vida levanta el tono de voz.

—No tienes que levantar el tono de voz ya me iba para no interrumpir su preciosa cita. —Tome la mano de Aarón y lo cargue entre mis brazos.

—¡No lo alces! ¡Te hará daño!

—¡Lo que haga o no es mi asunto!. Les dejo el almuerzo para que lo disfruten. —Azote la puerta y me marché

—¿Qué pasó, mami?. — Inquiere Aarón mientras subimos al ascensor —¿Por qué le gritabas a Emi y a esa señora?.

Reí —No lo sé mi amor, no me hagas caso. ¿Quieres almorzar una superhamburguesa solamente nosotros dos?.

—Si y vamos al parque.— Propone

—Claro bebé, perdón te tocó una madre muy intensa.

Definitivamente, no sé que me acaba de ocurrir. Admito que tengo un carácter fuerte, pero la situación debe sobrepasar los límites para que yo grite, usualmente soy pasiva.

También mi actitud puede deberse a que no soporto a Rubí y ella tampoco a mí.

No solamente se debe a la situación cuando desperté del desmayo. En cada ocasión que almuerzo con las compañeras de Emiliano en su reunión de los viernes la mujer intenta humillarme.

También me ha acusado de hacerme la víctima, seducirlo e impedir que él siga realizando su labor en los pueblos como lo hacia antes de conocerme.

Yo hablé con él de la situación y me explico que no solamente es por mí que lo dejo sino que deseaba establecerse en un lugar y le gusto Vayarta, además se ubica cerca de la casa de su madre.

Quizás me molesta que esa mujer tan desagradable este cerca de mi amigo y por ello falto poco para que le tire el almuerzo en la cara.

Me dediqué a almorzar hamburguesas con Aarón. Nos tomamos varias fotografías y mi pequeño me platico sobre su día en el colegio.Posteriormente, nos dirigimos a un parque cercano.

Cuando llegamos me senté en una banca a ver como él juega con otros niños. Mi pequeño es muy sociable cuando se trata de jugar.

Al transcurrir unos veinte minutos me percaté de que alguien se sentó a mi lado y rodeo mi cintura, reconocí su aroma de inmediato.

—¿No estabas muy ocupado?.

—Cambie mi turno para pasar la tarde con ustedes.

—Nadie te pidió nada, Emiliano. Deberías volver con tu amiga.

En lugar de enfadarse él no deja de reír lo cual me hace enojar aún más.

—¿Estás enojada conmigo o estás celosa?.

—Ninguna de las dos, disculpa, deben ser las hormonas.

—No culpes al bebé de tus berrinches de niña de cinco años. —Él lleva sus manos a mi cabello y comienza a jugar con él ondulando su dedo índice con mis risos—Me fascina como arrugas la nariz cuando te enfadas.

—Perdón es horrible vivir en esa casa donde todos me odian y me desquito con la única persona en la cual puedo confiar.

—Siempre puedes contar conmigo y si estaba abrazando a Rubí es porque ella se sentía mal debido a que su madre está enferma. Eso es todo.

—No tienes que darme explicaciones

—Quiero hacerlo y para que te quedes más tranquila te diré que me gustan las mujeres rellenitas.

Reí fuerte porque ahora entiendo todo. Solamente había que sumar dos más dos.

—¿Ahora entiendes?.

—Por supuesto temes que discrimine por ser obesa a la mujer que amas y por eso no me la presentas. Pero no te preocupes a mí no me interesa el físico y a ti tampoco debería.

Carcajea —Créeme que no es eso es otra cosa lo que trato de decir, pero a este paso deberé enviarte señales de humo, Belinda.

—Me hablas como si fuera una tonta

—¿Nunca escuchaste que no hay peor ciego que el que no quiere ver?

—¡Emi! — Aarón pronuncia su nombre mientras se acerca corriendo

—¿Cómo estás, corazón?.

—Ya no están enojados.

—Yo nunca me enojaría con mami

El resto de la tarde la pasamos juntos en el parque y cuando nos aburrimos fuimos al cine a mirar una película de dibujos animados. Yo no logré quitar la frase de Emiliano de mi cabeza “No hay peor ciego que el que no quiere ver”.

Cuando llegamos a la casa le ofrecí entrar porque está casa es mía y no pueden prohibirle la entrada a mis amigos. Es lo menos que puedo hacer después de todas las veces que Fernando lo dejo afuera.

Entramos a la casa y nos percatamos de que mi padre está aquí junto con Fernando y Tamara, creo que acaban de llegar de la empresa.

—¡Mi enano como pasaste el día!.

—Bien papi, fuimos al cine. —Él le responde mientras deja un beso en su mejilla.

—Papá él es Emiliano. —Los presente

—Mucho gusto señor Galván, Belly me ha hablado mucho de usted.— Extiende su mano hacia mi padre

—Igualmente —Él toma su mano —Te agradezco todo lo que hiciste por ella.

—Mucho gusto yo soy Tamara, creo que ya nos habíamos visto. —Ella lo saluda con un beso en la mejilla —Es un gusto ver al novio de Belinda.

—Somos amigos —Le aclaro —y mi amigo cenará en mi nueva casa.

—Supongo que dormiré temprano. —Agrega Fernando subiendo las escaleras.

—No quiero incomodar a nadie.

—No digas tonterías, te mostraré la casa. —Anuncie mientras tomó su brazo.

Le mostré la sala, cocina, biblioteca, gimnasio, garaje, piso de abajo y de arriba entre otras cosas y nuestro paseo culminó en el bello jardín.

—¿Qué te parece mi humilde casa?.

Él ríe —Humilde

—Aquí entre nosotros, odio está casa y a sus habitantes.

—No tienes que hacer esto, bonita. —Él toma mi cintura acercándome a él— Yo puedo cuidarte de Diego y de quien sea.

—Tengo un plan, Emi. Destruir a Diego Valencia y para ello debo ser parte de esta familia.

—Es muy riesgoso, él podría lastimarte y si les ocurre algo yo no lo soportaría.

Le devolví la sonrisa —Eres el mejor de los amigos, te juro que sé cuidarme muy bien y ya no es como antes, él no se atreverá a hacerme nada.

Durante la cena mi padre y Emiliano se dedicaron a charlar sobre la empresa y el trabajo de Emi. Olga y Mariana no formularon ninguna palabra y mi abuela fue muy amable con él.

A pesar de la incomodidad de la situación creo que la pasamos muy bien. Incluso Aarón le enseñó cada uno de sus juguetes y lo invito a pasar una tarde en la piscina con nosotros.

***

Acabo de despedir de él con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla; y me estoy dirigiendo hacia mi habitación para descansar. Me urge quitarme la ropa y darme un baño porque ha sido un día agotador.

—Ya se fue tu amiguito. —Sentí que alguien tomó mi brazo

No sé porqué tengo la sensación de que Fernando nos ha estado espiando por la ventana. Este hombre ha enloquecido.

—Pues en el bolsillo no lo tengo o quizás lo escondí en mi closet si quieres vamos a mi cuarto y revisas.

—Me encantaría ir a tú cuarto —El idiota me regala una sonrisa maliciosa mientras toma mi cintura.

—¡Suéltame!. —Le exijo

—¿O qué?. —Me reta rozando su nariz con la mía—No quiero que ningún otro hombre esté cerca de ti, me vuelve loco la idea de que otro mire lo que me pertenece.

—Nunca volvería contigo.

—No quiero que volvamos.

—¿Entonces que quieres?.

—Que sigas siendo mi mujer, pero sin que nadie se entere.

—Claro amor, lo nuestro es tan especial que los demás podrían arruinarlo. —Esa es la frase que utilizaba para envolverme cuando éramos jóvenes.

—Exactamente, vamos a tu cuarto, preciosa.

Furiosa lo abofetee

Ya no tengo dieciséis años y no caeré en sus mentiras y manipulaciones.

—¡Que mierda te pasa!

—No seré tu amante.

—¡Por que con Diego si y conmigo no! ¡Con ese idiota no te importo rebajarte!.

—Esta es la última vez que me ofendes, nunca te perdonaré. — Sentencie antes de subir las escaleras

Cuando llegue a mi cama deje caer todas mis lágrimas y sollozos. No entiendo como la persona que más ama en el universo me puede tratar de esta forma.

Quisiera encontrar la manera de dejar de amarlo así no duele tanto, pero no puedo.

Sentí una enorme puntada en mi cabeza. Nunca en mi vida había sentido un dolor así de profundo.

***

Al despertar gracias al cielo mi dolor ha disminuido, pero de todas formas debo ir al doctor porque no me gusto para nada.

Luego de arreglarme el cabello y la ropa, baje a desayunar, pero al ser sábado nadie esta despierto, solamente Mariana.

—Me alcanzas el agua —Le pido

—No soy tu sirvienta y por que tienes esa cara de muerta.

—No es tu asunto. Cuando eras pequeña me decías que querías que yo sea tu hermana así hacíamos pijamadas todos los días y ahora lo soy pero me odias.

—Estamos solas, Belinda. No tienes que hacerte la buenita conmigo.

—Yo no finjo nada nunca entendí por qué empezaste a odiarme.

—Siempre quisiste quitarme todo principalmente a Diego. Crees que no sé que te revolcabas con él mientras me aconsejabas como vestirme o maquillarme para llamar su atención.

—¡Yo nunca fui amante de Diego ni cuando éramos adolescentes ni ahora!.

—No te creo, te vieron con él, Belinda en aquella fiesta de mí cumpleaños número dieciséis.

Recuerdo esa fiesta, pero yo en ningún momento estuve con Diego. En ese tiempo ni él ni Fernando eran parte de mi vida, ni siquiera existía la apuesta. Fernando era novio de Tamara y Diego supongo que salía con alguien, pero no me acuerdo quien era esa mujer.

—No me acuerdo, pero mi único novio fue tu hermano. Él puede confirmártelo y no me interesa seguir discutiendo tonterías de niñas.

Me levanté de la mesa y me dirigí rumbo hacia la sala sosteniéndome de los muebles para no perder el equilibrio

Me percaté de que ella me siguió y me mira de una forma muy extraña.

—¡Espera Belinda! ¡Te puedes caer!.

—¡Buenos días! — Pronuncia Diego llegando con un ramo de rosas y una caja de chocolate.

—Diego no te esperaba — Expresa Mariana

—No vine a verte a ti Mari sino a Belinda. —Él se centra en mí, no logró verlo bien debido a que siento la vista nublosa, pero si puedo escucharlo. —Debemos estar juntos todo el tiempo, amor. Ya me enteré de la hermosa noticia, debiste decirme que seremos padres. Compraré mucha ropa y juguetes para nuestro pequeño.

—¡Diego no puedes tener un hijo con ella! —Los gritos de Mariana me aturden y por ello como puedo me alejo de ambos.

Cuando alce la vista me percaté de que mi padre y Fernando están bajando las escaleras,siento que mi cabeza estalla y mi cuerpo pesado.

—¡Belinda! —Fernando toma mis brazos

Es lo último que recuerdo antes de perder la conciencia.

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