Belinda

Luchar ni intentar huir sirve de nada simplemente aumenta su violencia y en este momento sería muy riesgoso ser golpeada por Diego.

Ya perdí las esperanzas de que alguien esté buscándome o que siquiera le importe a mi familia.Le escribí una carta a mi abuela informando que estoy secuestrada y nunca obtuve una respuesta.

No sé si no le llegó o no le interesa el asunto es que nadie me salvará. Podría morir mañana a manos de Diego y a nadie le importaría.

En este instante me encuentro sentada en las piernas de Diego mientras él reparte besos en mis labios y ejerce fuerza en mi cintura. Durante las últimas dos semanas he tenido que tragar mi repulsión y fingir un cambio de actitud.

No es fácil, pero debo sacrificarme para obtener mi libertad.

—Me encantan tus labios, pero sabes que es lo que más me gusta

—¿Qué? —Pregunto curiosa

—Esto —Él desliza sus manos hacia mis muslos subiendo mi falda —Me fascinan tus piernas, me encanta que uses falda, pero me encantaría que no uses nada.

—¿Nada?

—No es una mala idea que pasees desnuda en la casa. —Él desliza sus besos hacia mi cuello mientras comienza a manosear mi trasero

—Diego hay sirvientes que pondrían vernos

—Eso no me interesa, eres mi mujer.

—Si lo soy, pero hay que ser prudentes.

—¡Al carajo la prudencia!. Mañana me iré y si está noche no me complaces como a mí me gusta me iré sin ti.

—No quiero alejarme de ti, no lo soportaría.—Uní mis labios a los suyos en un beso efusivo, mi truco para besar a Diego es pensar en alguien más.—Por favor Diego no te acuestes con otras en el viaje.

Él ríe —No necesito a nadie más, solo a ti te deseo chiquita. Soy completamente tuyo y de nadie más, nadie me enloquece como tú —Él une sus labios a los míos en un beso aún más feroz que el anterior. Llevo sus manos a mi blusa destrozándola y exponiendo mi brasier. —Quiero que seas mía durante toda la noche.

—Me encantaría pero….

—Solamente de esa forma creeré que me amas. Quiero que te entregues a mí por voluntad propia.

Es algo que no puedo hacer el acostarme con Diego sin sentir asco.

Puedo fingir besos o permitir que me toque, pero no soy capaz de entregarme a él cómo lo hice con Fernando.

—Belinda está noche te tendré ya sea por las buenas o las malas como todas las malditas noches. Te estoy dando una oportunidad tú decides si la tomas o la dejas.

—Estoy intentando cambiar de actitud, pero contigo es muy difícil. Hace un mes me prometiste que no me forzarías incluso te cambiaste de habitación y luego te metiste a mi ducha y abusaste de mí toda la tarde.

Él ríe fuerte —Es tu culpa por no cerrar con llave. Soy hombre Belinda y nunca me controlaré cuando se trata de cogerme a mi mujer.

—No entiendo porqué eres así

—No intentes entenderme, chiquita. Llevaba demasiado tiempo reprimiendo mi deseo hacia ti, te encantaba provocarme con tus miradas, tus sonrisas y tu ropa ajustada, ahora tienes lo que buscabas. Gritabas que necesitabas hombre y ahora lo tienes.

—Yo solamente era amable para conservar mi trabajo.

—Ahora no necesitas trabajar estás en el paraíso con el hombre que más te ama en el universo y te das el lujo de rechazarlo. Definitivamente, todas las mujeres son iguales. —Él me empuja al sofá y puedo ver el fuego en su mirada

—Si tienes razón soy una malagradecida, pero no te enojes conmigo ni me golpees mi amor

—Entonces no me hagas enojar, dame un beso, chiquita.

Uní mis labios a los suyos en un beso corto el cual él me siguió.

—Esa es mi chica.

Le gritaria que no soy perro, pero preferí fingirle una sonrisa la cual me devolvió.

No puedo creer que este imbécil fue mi primer amor su apariencia es de Ángel, pero en su interior se alberga el mismísimo diablo.

***

En este instante me encuentro mirándome al espejo.No logró encontrar a la Belinda de siempre solamente veo a una mujer rota. Una mujer que no es dueña de su destino ni de su cuerpo.

Me siento un desecho humano.Es mucho más doloroso que cuando descubrí el engaño de Fernando.En ese momento intenté acabar con mi vida y mi Aarón fue mi razón para seguir con vida.

Ahora ya sea por una mala broma del destino, un castigo por mi ingenuidad o un regalo tengo otro motivó para seguir viviendo.

—¿Está bien, señora?

Asentí con la cabeza —Muchas gracias por todo lo que haces Gabriela

—Es lo menos que puedo hacer por la mujer del niño Fernando.

Reí y negué con la cabeza —Yo no soy la mujer de nadie

No negaré que le conté prácticamente toda mi vida. No soportaría el encierro sin tener alguien de confianza con quien desahogarme.

Ella me contó sobre Fernando Valencia y Aníbal Valencia de pequeños. Al escuchar esas historias me parecía escuchar describir a Fernando y Diego.

Ambos heredaron la bondad y maldad de sus progenitores.

Soy consciente de que Aarón heredo la bondad y nobleza de su padre solo espero que…

Borre esos pensamientos de mi mente y lleve mi mano a mi estómago. —Eso no pasará—Susurre para mi misma

—Solamente le pido que se cuide mucho, el señor Diego no tiene límites como su padre. —Habla Gabriela ignorando mi susurro

—Créame lo sé y por favor que nadie se entere de mi secreto. Diego me buscaría por cielo, mar y tierra.

—Nadie lo sabrá señora. Usted confíe en mí. —Susurra—Mañana a las siete de la mañana se irá el Señor Diego. Usted debe irse una hora después.Al hombre lo apodan Chacón él la llevará a un pueblo y de allí tomé un autobús rumbo a la ciudad.

—¿Cómo cruzaré la frontera?

—No estamos en otro país, señora. Esa es una mentira del señor Diego. Se encuentra a doce horas de la ciudad.

—Debí saberlo

Ella me entrega un sobre —Será suficiente para el autobús

—Muchas gracias algún día se lo pagaré.

—Es un favor de una madre a otra —Ella deja un beso en mi mejilla

Tengo claro lo que debo hacer regresar a mi casa recoger ropa, los ahorros que tengo a Aarón e irnos muy lejos a iniciar una nueva vida.

Si denunció a Diego él no tardara en salir debido al poder de su padre.Soy una secretaria y madre soltera contra el presidente de una de las compañías más importantes del país, es evidente quien ganará.

Además, si permanezco más tiempo del necesario Diego podría descubrir mi secreto y entonces nunca me dejaría ir.

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