Fernando

Aún recuerdo el terrible enojó que sentí hacía mi familia cuando descubrí que ellos sabían que Aarón es mi hijo y nunca me lo contaron.

Principalmente, hacia mi madre, pero ella alegó que lo sabe hace pocas semanas. Desde ese instante no le hablo e ignoro sus llamadas. Solamente me he centrado en buscar a Belinda y cuidar de mi hijo.

En este instante me encuentro abrazando a mi pequeño quien no deja de llorar. La llamada de su madre lo dejo muy triste y a mí me desconcertó muchísimo.

He llamado a la policía e incluso contraté a un detective, pero lo único que me dijo el hombre es que Belinda se fue del país el día de la boda de Diego y Mariana.

Nunca me imaginé que ellos estarían juntos y no me cabe en la cabeza que ella haya abandonado a nuestro hijo por ese infeliz.

Yo estaba seguro de que ella estaba enamorada de mí y muy pronto me aceptaría. No tiene sentido que ame a Diego cuando este siempre la trato como basura.

—Ya pasó mi enano —Deje un beso en su mejilla y me percaté de que está caliente.

—¿Te sientes mal? ¿Te duele algo?

Él asiente con la cabeza —La cabeza

—Tranquilo muy pronto encontraré a mami por lo pronto yo estaré contigo. Te juro que no te dejaré ni ahora ni nunca.

—Eso decía mami pero mintió

Deje un beso en su mejilla —No llores mi campeón

Cargue a Aarón entre mis brazos y lo Cubrí con una cobija debido a que la noche está helada luego tome su mochila y empaque alguno de sus juguetes y sus prendas, posteriormente baje las escaleras con él en brazos.

—¿A dónde lo llevas, Fernando? —Me cuestiona Wendy

—Aarón vivirá conmigo

—Belinda no estaría de acuerdo

—Belinda debería estar con su hijo y no con Diego de vacaciones. Si quiere recuperarlo que venga ella misma.

—Sé que tienes derechos, pero por favor Piénsalo —Comenta Ángela mientras baja las escaleras

—No tengo nada que pensar mi hijo se va conmigo—No me importa decir que es mi hijo porque él está dormido y no puede escucharme.

Me dirigí rumbo hacia mi carro y le pedí a John, mi chofer que llames al doctor de la familia y le pida ir a mi casa para atender al pequeño.

No tardamos más de quince minutos en llegar a mi casa y le pedí a John que lleve las pertenencias de Aarón a mi habitación. Pienso cuidarlo durante toda la noche.

Me percaté de que mi familia está cenando y me miran con sorpresa.

—¡Al fin regresas mi amor! —Exclama mi madre quién se acerca a abrazarme, pero yo no se lo permito

—¿Qué haces con el hijo de esa…?—Mariana me lanza una mirada asesina

Es de dominio público que Diego huyo con Belinda y por ello mi hermana la odia más que nunca. Le pidió a su padre que los destruya a ambos, pero por alguna razón él no ha hecho nada en contra de Belinda.

—Este niño es mi hijo, Mariana y vivirá con nosotros.

—Deberías hacerte un ADN

—No digas tonterías, es el retrato de tu hermano cuando era pequeño. —Comenta mi madre mientras se acerca a él.

—¿Belinda está contigo? —Me pregunta Edward

—No tengo idea donde está —Soy consciente de que si le digo que Diego está con ella Edward puede hacerle cualquier cosa

Una persona tan poderosa como él es capaz de destruir su carrera.

—¿Tiene fiebre?. —Pregunta mamá acariciando su cabello —Llama al Médico Mariana

—Mamá, el mocoso no puede vivir acá. Papá tú dile algo, por favor. Esta es mi casa.

—Ya escuchaste a tu madre y tu hermano. El niño es mi nieto y vivirá acá el tiempo que Fernando lo decida.

—Simplemente quería informarlo. No quiero enterarme de maltratos hacía él o me conocerán, principalmente tú, Mariana.

—¡Los odio a todos!

Subí a mí, habitación junto con el pequeño y mi madre, ella tiene una actitud muy pasiva. Estaba seguro de que pegaría el grito en el cielo, pero no fue así.

—Se parece a tu padre y tu abuelo.

—Se llama como ellos, Alexei. Nunca me perdonaré ni te perdonaré.

—Yo no tenía idea que esa mocosa tenía un hijo tuyo, pero eso ya no importa, Fer. Ella huyo con Diego sin importarle y nosotros lo cuidaremos. Tenemos muchas atenuantes para quitarle la custodia por mala madre.

—Ahora no quiero pensar en eso, mamá.

—Disculpen señora y joven, el doctor se encuentra abajo. —Informa la sirvienta

—Hazlo pasar

Cuando el doctor entro a la habitación se dedicó a revisar a mi pequeño. Lo inyectó y nos recetó medicinas para sus malestares también me recomendó colocarle paños fríos y darle un baño.

Además de supervisar durante la noche su estado. Mamá me ofreció que la sirvienta se encargue, pero yo me negué.

Me encantaría haber estado con él en cada momento de su vida. Verlo nacer, caminar, hablar y llamarme papá, pero me arrebataron esa dicha.

Me perdí el ver a Belinda con su pancita de embarazada, cumplir sus antojos y apoyarla en esos momentos tan difíciles. Creo que ahora comprendo por qué me odia y la entiendo.

—Mami. —Habla dormido

Deje un beso en su mejilla —Mami no está, pero está papi y siempre estará, Aarón.

***

—¿Cómo está tu hijo? —Me pregunta Tamara mientras se acerca a mí en la sala de la casa

—Mucho mejor, ya se le bajó la temperatura.

—Me alegro mucho Fer. Sé que serás un gran padre y sabes que tienes mi apoyo.

—Te agradezco

—No tienes nada que agradecer. Sé que es un mal momento para ti, pero pronto lo superaremos. —Ella deja un beso corto en mis labios

—No quiero que te confundas

—Yo tengo muy claro lo que siento por ti. Nunca he dejado de amarte y nunca lo haré, estaré en tu vida ya sea como amiga o algo más, esa es tu decisión.

—Ahora solamente tengo cabeza para encontrar a Belinda y cuidar a mi hijo.

Salí de mis pensamientos cuando comenzó a vibrar mi celular, reconocí el número como el teléfono de Diego.

Leí su mensaje y sentí que la rabia me invadió.

Yo siempre ganó, Fernando, Belinda es mía desde hace un año y si no lo crees mira el vídeo es sola una de nuestras noches de pasión. Quédate con el mocoso y déjanos en paz.

Reproduje el vídeo y en ese instante mi mundo se cayó en mil pedazos. Me quema, me duele la imagen.

Mi Belinda completamente desnuda en una cama y Diego encima de ella besando sus labios y haciéndola suya.

Esto es demasiado para mí. Ella no pudo ser capaz de hacerme esto, no con él.

No me controle y arroje el celular al suelo con todas mis fuerzas.

—¿Cómo pudo? ¡Es un maldito infeliz!.¡Los dos!.

—¡Calma, Fernando! —Habla Tamara —¿Qué ocurre?

—¡Yo la amaba! ¡Era mi vida entera!. Habría muerto y asesinado por ella.

—Fer no te entiendo

Se acabó en este instante se terminó el inmenso amor que sentía por esa cualquiera. No vale la pena recordarla porque para mí y mi hijo está muerta.

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