Capítulo 2364 

Leonardo mantenia una actitud imperturbable frente al peligro, logrando realmente confundir a algunos de los secuestradores. 

El hecho era que tanto su vida como la de la chica a su lado estaban en las manos de estos criminales, por lo que no tenian razón alguna para temerle a Leonardo. 

El lider de los secuestradores era el sujeto al que los demás llamaban “jefe“. Tenia una cicatriz espantosa en su cars, que casi la cruzaba de un lado a otro

Con un cuchillo afilado en mano, le dio unas palmaditas provocativas en la cara a Leonardo y dijo: “No creo que te atrevas a hacer tus trucos delante de nosotros, ¿dónde está la tarjeta? ¿En qué bolsillo la tienes? Solo consiguenos la plata, y quizás luego te aflojemos un poco las ataduras.” 

Magdalena temblaba a un lado, sintiendo a los secuestradores más cerca. Quería acercarse más a Leonardo, aunque su venda ya habla sido retirada, ella seguia siendo considerada irrelevante; los secuestradores no le prestaban atención y, por supuesto, no la ayudarían a librarse de las ataduras ni de su venda. 

Los movimientos nerviosos de Magdalena enfurecieron al jefe, quien le dio una bofetada y la tiró al suelo con fuerza. 

“¿Qué crees que estás haciendo, mocosa? ¿No puedes quedarte tranquila aquí? Cuidadito con seguir inquieta o te saco y te pego un tiro! ¡Dios mio! Estas lloronas me exasperan. ¿Creen que estamos jugando a las casitas o algo parecido?” 

En ese momento, un hombre flaco y ansioso se acercó con una sonrisa lugubre, “Jefe, si te molesta tanto esta chica, ¿no nos la podrias dejar a nosotros durante un rato?” 

Leonardo no podía creer que tuvieran tales intenciones bajas y se desesperó, “Puedo darles el dinero, mi abuelo también puede prepararles una buena cantidad, pero todo esto bajo la condición de que nosotros dos estemos seguros. A esta chica, no la pueden tocar.” 

Magdalena, tirada en el suelo por el golpe, no se atrevía a hacer ruido; apenas sollozaba suavemente, temerosa de que cualquier sonido más alto enfureciera a los criminales y la sacaran a la fuerza. 

Al escuchar a Leonardo, los demás malhechores empezaron a murmurar con descontento, “Oye, ¿quién te has creido? Ahora no eres el gran Sr. Ibarra; eres nuestro rehén. Podemos aplastarte más fácil que a una hormiga! Aún te atreves a darnos órdenes, ¡qué iluso!” 

Aunque hablaban con bravuconería, ninguno se atrevió a tocar a Magdalena, todos pendientes de la reacción del jefe, quien claramente era la autoridad entre ellos. Leonardo entendió la situación. 

El jefe no se enojo, sino que sonrió siniestramente, “Quién hubiera dicho que siendo tan jóvenes y ya están juntos. ¿No es lo mismo que jugábamos nosotros cuando éramos como ustedes? Dime, han cruzado alguna linea?” 

El hombre se acercó a Leonardo, incluso apoyando su hombro sobre él, lo que hizo que Leonardo se sintiera repugnado. 

Trataba de soportar el hedor del hombre, manteniendo su expresión calmada. 

“Entre nosotros no hay esas relaciones complicadas.” 

El interés del jefe parecia despertarse, e incluso ignoró a sus subordinados cuando le urgian acerca de qué hacer con 

la chica. 

“Jefe, no te dejes engañar por este mocoso. Esta chica no nos sirve de nada, seria mejor dámosla a nosotros para divertirnos un poco.” 

El corazón de Leonardo estaba en vilo; atado de pies y manos, no podía salvar a Magdalena. No podía soportar la ideal de que la mancillaran frente a él. 

La insistencia continua del hombre empezaba a irritar al jefe, quien giró la cabeza y lanzó una mirada fulminante hacial su subordinado. 

No puedes controlar tu parte inferior? 

Capítulo

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