Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor por Isa Melodía
Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor Capítulo 88

Capítulo88 Tengo miedo 

Ximena, finalmente, llegó al pie de la montaña. Luchando contra la pesadez de su cabeza y las náuseas que sentía en el estómago, levantó sus piernas entumecidas y avanzó hacia la luz. 

Sin embargo, antes de dar dos pasos, todo se volvió negro frente a sus ojos, y terminó cayendo pesadamente en la nieve. 

En Valleluz, Manuela estaba nerviosa mientras se sentaba en la sala de estar. Fabio le había dicho que no había logrado vender la información confidencial. Ahora, lo que necesitaba era encontrar una forma de reunir el dinero y enviárselo. 

Le habían dado un plazo de tres días como máximo para reunir cien mil. 

Manuela estaba pensando en cómo acercarse a Alejandro y pedirle el dinero, pero en ese momento, escuchó un ruido afuera de la villa. Inmediatamente, se puso de pie y, al ver la expresión furiosa de Alejandro, decidió dejar de lado la idea de pedirle dinero. 

Se acercó rápidamente a él, preocupada, y preguntó con cariño: 

-Alejo, ¿qué te pasa? ¿Por qué tienes esa expresión tan sombría? 

-Suéltame–respondió Alejandro fríamente. 

Manuela retiró rápidamente su mano, asustada. Miró a Alejandro y le dijo con voz temblorosa: 

-Alejo, por favor, no te enfades. Tengo miedo. 

-En el futuro, no vayas a la empresa sin mi permiso -dijo Alejandro con severidad antes de darle la espalda y subir las escaleras. 

Manuela lo miró con ansiedad, preguntándose si Alejandro había descubierto algo. Mordiéndose el labio nerviosamente, miró en dirección a donde Ximena ya no estaba. 

Después de un momento de reflexión, Manuela entendió lo que había sucedido. Alejandro estaba tan enojado porque seguramente había tenido una pelea con Ximena. La acción de Ximena había hecho que Alejandro se volviera más cauteloso, por lo que le había pedido a Manuela que no fuera a la empresa para evitar problemas. 

Manuela sonrió con malicia. Parecía que el destino estaba de su lado. 

Manuela se sintió aliviada de que Ximena no hubiera regresado, ya que había 

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logrado recuperar todas las cosas que necesitaba. Durante la salida de Alejandro y Ximena, ella se dirigió a la habitación de Alejandro y encontró algunas hebras de cabello largo que Ximena había dejado en la tocador. Planeaba quedarse en la casa de los Rodríguez al día siguiente y poner el cabello en un cepillo. 

Mientras tanto, en la habitación de Alejandro, él sostenía el teléfono de Ximena mientras estaba sentado en el sofá. Estaba impresionado por la astucia de Ximena al dejar su teléfono a propósito en su coche. Después de un momento de reflexión, Alejandro se levantó de repente y se acercó a la ventana. Miró hacia afuera mientras comenzaba a nevar y su expresión se volvió más sombría. 

El norte estaba experimentando una fuerte tormenta de nieve esa noche, con temperaturas por debajo de cero. Alejandro sabía que la mujer no tendría un viaje fácil bajando de la montaña. Incluso alguien con buena resistencia al frío podría tener problemas con fuertes vientos y nieve pesada. 

Apretando los labios con fuerza, Alejandro sacó su propio teléfono y llamó a Eduardo. Le ordenó que llevara a alguien a buscar a Ximena en dirección a Monserat, en el norte. 

Eduardo se sorprendió al escuchar esto. ¿Don Alejandro había dejado a la señorita Pérez en Monserat? ¡No podía creerlo! A pesar de su sorpresa, respondió rápidamente: 

-Entendido, Don Alejandro. 

A la 1 de la madrugada, Eduardo encontró a Ximena, cubierta con una gruesa capa de nieve. Afortunadamente, aún tenía signos vitales. Eduardo la llevó de regreso a Valleluz, donde Alejandro todavía estaba sentado en la sala cuando llegaron. 

Al ver a Eduardo trayendo a Ximena, pálida como un fantasma, Alejandro sintió un fuerte apretón en el corazón. Eduardo le explicó rápidamente: 

-Don Alejandro, la señorita Pérez estuvo enterrada bajo la nieve durante quién sabe cuánto tiempo. Su cuerpo está prácticamente sin temperatura. 

Alejandro rápidamente se puso de pie y tomó a Ximena en sus brazos cuando ella fue llevada adentro. Cuando tocó su mano, sintió lo fría que estaba, casi como el hielo. Luego, con urgencia, se dirigió hacia arriba: 

-Ve a buscar a Doña Alicia y trae al médico. 

De vuelta en la habitación, Alejandro le quitó a Ximena su abrigo empapado y la envolvió con fuerza en las mantas. Cuando Doña Alicia entró, quedó asombrada por la situación: 

-Señor, señorita Pérez… 

Alejandro le dijo 

соп 

severidad: 

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-Prepara agua caliente y ayúdame a limpiar su cuerpo. 

Doña Alicia se apresuró a obedecer, y si no fuera por las instrucciones del señor, habría pensado que la señorita Pérez había perdido la vida. Su rostro estaba pálido como el de un cadáver. Luego, regresó con agua caliente y Alejandro comenzó a limpiar el cuerpo de Ximena una y otra vez, hasta que llegó el médico. 

El médico suspiró después de revisar la situación y dijo: 

-Señor Méndez, la salud de la señorita Pérez ya era precaria, y ahora con esta exposición al frío, su recuperación será complicada. 

Alejandro, con voz fría, respondió: 

-¿Te he llamado para que me digas eso? 

El médico se asustó ante la reacción de Alejandro y se disculpó rápidamente: 

-Lo siento, señor Méndez. Voy a preparar una lista de alimentos y suplementos para que la señorita Pérez pueda recuperarse gradualmente. 

Alejandro apretó la mandíbula con fuerza y seguía frotando las manos frías de Ximena mientras observaba en silencio. Se sintió culpable por haberla dejado sola en esa situación, sin importar cuán equivocada pudiera estar. 

Tres días después, Ximena se despertó en un estado confuso. Al abrir los ojos, vio a un hombre sentado en el sofá cercano. Tenía una barba incipiente y el cabello desordenado. Sus ojos mostraban señales de no haber dormido bien, y su expresión estaba cansada. T 

Echó un vistazo rápido y luego apartó la mirada, cerrando los ojos nuevamente. La había traído de vuelta este hombre otra vez? 

La hacía pasar entre momentos felices y momentos extremadamente dificiles, esta situación era muy abrumadora y estresante para ella. 

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Capítulo89 Será difícil vengarse de ella 

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