Capítulo 75 

Adrián no respondió al mensaje que le llegó, su mirada fria se quedó fija en la luz azul de su celular hasta que finalmente lo puso a un lado y cerró la tapa

Violeta, con su celular en mano, esperó toda la noche por un mensaje de Adrián que nunca llegó. 

La noche pasó y amaneció. 

El sonido de alguien tocando la puerta de su habitación la llevó a despertarse un poco. La empleada entró y dijo, “Señorita Violeta, es hora de levantarse para desayunar.” 

Maurino, justo salía de su habitación, vio su reloj de pulsera y comentó, “No hay prisa, déjala que duerma un poco más.” 

“Mauri, ¿ya estás listo? Tenemos que irnos.” 

Violeta, frotándose los ojos, se sentó en la cama. Llevaba un camison rosa con encaje, cubierta con una manta fina y las piernas descubiertas, “Hermano, ¿adónde vas?” 

Maurino entró, seguido de Lucrecia. Ella lucia radiante, con la piel suave como porcelana, vistiendo un ajustado vestido rojo al estilo de gala flamenco, su cabello recogido con un pasador, exudando una elegancia que capturaba la mirada de cualquiera. Ella sonrió y tomó la muñeca de Maurino, mostrando un anillo de tamaño gigante, muy llamativo, “Tu hermano y yo vamos a tomarnos las fotos de compromiso. Pensamos en invitarte, pero tal vez te aburrirías esperando en el estudio, asi que decidimos que mejor te quedas en casa. Nos vemos al regresar.” 

Violeta, con los ojos medio cerrados, asintió, “Está bien, estaré bien aquí en casa. 

Regresen pronto, hermano y cuñada.” 

La mirada profunda de Maurino se fijó en la chica que estaba en la cama, pero sus ojos oscuros ocultaban algo. 

Violeta se quedó sentada hasta que ellos salieron y cerraron la puerta. Escuchó los sonidos del exterior a través de la ventana abierta y se despertó por completo. 

Al bajar las escaleras, vio a la empleada recogiendo el desayuno que no había tocado. 

Ella no dijo nada, simplemente observó en silencio. 

La empleada cambió su mirada al verla, “Ya casi son las diez, ya pasó la hora del desayuno señorita Violeta. Será mejor que espere hasta la comida.” Luego habló con la otra empleada, “Algunas personas simplemente no tienen autoconciencia, se creen las dueñas de la casa. 

Si no naciste para ello, mejor no venir a esta casa, para no molestar.” 

El desayuno intacto fue a parar al bote de basura, “Seria mejor alimentar a los perros con esto.” 

La empleada continuo, Oh, ¡cierto! La fiesta de compromiso del Señor y la Señorita Salazar está cerca. Ella se mudará aquí pronto y tenemos mucho que hacer hoy, puede que no tengamos tiempo de cocinar para usted. 

Pero si se salta una comida, no pasa nada. Puede aguantar, hasta que el Señor y la Señorita Salazar regresen.” 

Violeta no dijo nada, simplemente se dio la vuelta y subió las escaleras. 

Capitulo 75 

Las empleadas se rieron al verla subir como un perro asustado, una de ellas dijo preocupada, “¿Y si le dice al Señor cuando regrese?” 

“¿De qué preocuparse? Todas fuimos contratadas por la Señorita Salazar, después de todo ella será la señora esta casa, ¿quién se cree que es esta señorita?” 

Violeta regresó a su habitación, ¿se sentía mal? 

Claro que sí. 

El rechazo, la exclusión, la frialdad. 

En su vida pasada lo habia experimentado todo y no quería volver a pasar por eso. 

Sentada en su cama, abrazó sus rodillas y enterró su rostro en los brazos. 

Esa sensación de no pertenecer, de ser abandonada. 

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