Capítulo 39 

Él no dijo nada, solo le señaló un lugar para que dejara su canasta. Al hacerlo, se secó el sudor de la frente con la manga y dijo, “Adrián, ya es tarde, ¿por qué no caminamos juntos a casa después?” 

“No vamos para el mismo lado,” respondió él con voz fria. 

La frialdad de Adrián no afectó a Valentina, quien se acercó con cierto titubeo. “Queria preguntarte algo. Le dije a Violeta que te pidiera si podrías darme clases particulares. Podria pagarte por ellas, ¿ella te lo mencionó?” 

Adrián entrecerró los ojos y su mano, que estaba abotonándose la camisa, se detuvo un instante. “Estoy ocupado últimamente. No me hables durante el trabajo o se me descontará del salario.” 

Dicho eso, se dio la vuelta y se marchó. 

Saliendo de la tienda, se encontró con el conocido chef, quien le dio una palmada en la espalda. “Adri, has estado tan atareado hasta ahora que casi se me olvida decirte algo.” 

La mirada firme de Adrián se posó en él. 

El chef continuó: “A las siete vino una chica guapa y vivaz buscándote. Me pareció conocida, creo que va a tu escuela. Pero no qué pasó, cuando le dije que había otra muchacha trabajando contigo en la cocina, no dijo nada y se fue. Ah y me pidió que no te dijera que había venido. 

¿Qué pasa? Tienes una novia tan bonita y ni siquiera me lo dices.” 

Adrián frunció el ceño y simplemente replicó. “Ella no es mi novia.” 

“No digas tonterías, esa chica claramente estaba celosa. Yo sé estas cosas, de lo contrario no se habría ido sin decir palabra. Ve y arregla las cosas. Pero mira, Valentina ha estado trabajando aqui desde hace años, es muy trabajadora y no la quiero perder. Asi que mejor resuelve tus asuntos.” 

Después de que el chef se fue, Adrián dudó un momento antes de sacar su teléfono del bolsillo. Los mensajes se detenian desde anteayer y no había nada más. 

Violeta no le habia enviado ningún mensaje más. Al mirar la hora, notó que era el 2 de julio, un martes, el día después de su examen simulado. 

Cuando envió un mensaje, espero largo rato sin recibir respuesta. 

Violeta, terminando sus deberes justo a medianoche y preparándose para descansar, escuchó la vibración de su teléfono en la almohada. 

Estaba a punto de mirarlo cuando una llamada de un número desconocido entró. 

Vestida con un pijama bastante viejo y el pelo suelto, contestó con los ojos cerrados. “¿Hola?” 

“¿Estás dormida?” 

Al oir la voz familiar y tranquila, abrió los ojos de inmediato, iluminados por el brillo del teléfono, “¿Hermano?” 

Del otro lado del teléfono, la respuesta fue un simple, “Si.” 

Maurino, envuelto en su bata de baño y sosteniendo una copa de vino, miraba la ciudad de Aguamar desde lo alto, contemplando las luces que se perdían en la oscuridad de la noche. Los altos edificios 

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Capitulo 32 

parecian meros puntos de polvo estelar. En el teléfono, la voz de la muchacha sonata sommolienta y 

dulce. 

Violeta pregunto. “Hermano, ¿por qué me llamas a esta hora? ¿Acabas de terminar de trabajar?” 

Maurino acababa de salir de una reunion, “Terminaste los exámenes aver?” 

“Uh–huh. Las preguntas no eran tan dificiles. No te preocupes por mi, le preguntare a la profesora si hay algo que no entiendo.” 

11:49  

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