Capítulo 31 

Habian pasado muchos dias desde que lo habla visto por última vez. 

Violeta no tenía idea de porqué Maurino habia llegado de repente, ¿no había decidido cortar todo lazo con ella? 

El Maurino de antes siempre se lastimaba y era ella quien lo cuidaba. Para ella, estas situaciones ya no eran extrañas; antes de que Maurino regresara a la familia Paz, ella sabia que el dinero que traia a casa no era limpio, pero en aquel entonces las cosas estaban muy dificiles, él tenia que mantenerla, la vida era realmente dura

Aunque había renunciado al amor que sentía por Maurino, no podia olvidar la gratitud que le debía por haberla criado: sin él no sería la persona que era ahora

Ahora, solo sentia un cariño fraterno por Maurino. 

No importaba si al final Maurino decidia abandonarla o comprometerse con Lucrecia, ella respetaria su elección. 

“Voy a buscar el botiquin.” 

Justo cuando Violeta se levantó para ir a su habitación, el hombre la tomó de la muñeca, “La sangre 

no es mia.” 

Ella se detuvo un momento y al escuchar esas palabras, no sabia si sentir miedo o alivio. 

¿Maurino habia vuelto a hacer de las suyas? 

Tras un breve silencio, Violeta reacciono y decidio sentarse junto a él, tomando algunas servilletas de la mesa de café y acercándose poco a poco para limpiar la sangre de su rostro. Su joven y delicada cara solo mostraba preocupación. 

Maurino no detuvo sus movimientos, era como si estuviera acostumbrado, algo inusual ya que normalmente no permitia que nadie se le acercara tanto. 

“Violeta, ¿ya no me tienes miedo?” 

Violeta se encontró con la mirada profunda y oscura del hombre, apretando los labios, negó con la cabeza, “No te tengo miedo, sé que eres bueno conmigo y que no me harías daño. Tras decir eso. añadió, “Siempre y cuando no haga nada malo, me tratarás mejor que nadie.” 

¡Es cierto! En su vida pasada, ella habia intentado varias veces acabar con Lucrecia e incluso habia tramado para alejarla de Maurino. Mientras Lucrecia no resultara herida, Maurino nunca la culpaba. En cada cumpleaños, el nunca faltaba. Se podria decir que a excepción de ser la Sra. Paz, Maurino le habia dado casi todos los privilegios que correspondían a esa posición. 

Incluso si cometia el peor de los errores fuera de casa, Maurino siempre encontraba la manera de protegerla para que no sufriera ni fuera castigada. 

Violeta limpio los ojos de su hermano, lo más atractivo de él eran esos ojos, cada vez que los miraba, era como caer en un remolino del que no podía escapar. 

Su mirada se deslizo hacia abajo, hacia los delgados labios del hombre, que tenían un brillo. encantador. Se dice que las personas de labios delgados son las más desapegadas. 

Pero Maurino no era asi, él amaba profundamente a Lucrecia. 

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¡El solo amaba a Lucrecia! 

Recordando su mirada fria y despiadada, Violeta lentamente salió de sus recuerdos, retrocediendo, porque ese hombre nunca le habia pertenecido. 

Maurino apartó un mechón de cabello que colgaba sobre la nariz de Violeta, “¿No me tienes miedo?” 

Si, en su vida pasada parecia que todos temian a Maurino, incluso una mirada de advertencia suya podia hacer temblar a cualquiera. 

Solo Violeta no tenia miedo, porque había tenido muchas discusiones con Maurino por culpa de Lucrecia. En cada una de esas ocasiones, Maurino se habia enfadado con ella. 

Cada vez, él no sabia qué hacer con ella. 

Solo podia contener su ira y después de muchos dias de no hablarse, al final siempre era Maurino quien bajaba su orgullo y la convencia de volver. 

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