Narrador omnisciente

Diego agotado se recuesta en su cama, la mujer a su lado intenta darle un beso, pero está la rechaza. Para él lo que acaba de ocurrir no significa más que unas de placer.

Él cuenta las horas para que nazca su hija así podrá volver a tener a Belinda entre sus brazos. Ya ha ganado porque ella deberá ceder a todas sus peticiones y saciar sus más bajos instintos.

—¿Por qué eres así conmigo? —Se queja Verónica —No lo merezco después de todo lo que he hecho por ti

Él ríe fuerte —Tuviste tu pago por tu declaración

—No entiendo que le ven. Mariana es hermosa y distinguida por ello aceptaba compartirte, pero Belinda es tan simple y vulgar.

—Ni yo mismo entiendo que tiene esa mujer. Si lo supiera entendería la razón de mi obsesión con ella ya la habría asesinado después de todo lo que me ha hecho.

Él creyó que después de lograr acostarse con ella y sacarse las ganas le aburriría, pero fue todo lo contrario. En ese instante su obsesión creció a pasos agigantados y pensó que esa mujer le pertenecía y nunca más nadie más la tocaría.

Ni siquiera es la mujer más bella con la cual ha estado ni la más extraordinaria, pero tiene algo diferente a las demás y él no ha descubierto que es. Quizás sea el hecho de que nunca estuvo a sus pies y lo rechazó continuamente.

Él solamente es consciente de que desea devorarla por completo en su amante, su mujer, su esposa y su todo. Ser el dueño absoluto de sus labios, su piel, su cuerpo, su corazón y su ser.

Él anhela que llegue el día en el cual “Su Belinda” lo ame con locura y acepte quedarse a su lado para siempre. Desea que se le entregue sin que él tenga la necesidad de forzarla, pero ella es muy terca y nunca entenderá a quien le pertenece.

—Deberías acabar con esa zorra

Él le lanza una mirada asesina—La zorra eres tú no mi mujer ¡Llama a Mariana con cualquier excusa!

—¿Para qué?

—No cuestiones, quiero saber cuándo será esa maravillosa fiesta.

Verónica no comprende la sonrisa de Diego y simplemente asiente.

Con Fernando fuera del juego solamente deberá deshacerse del estúpido de Emiliano. Ningún hombre que posea sus ojos sobre su mujer puede seguir con la vida.

El imbécil de su primo fue el primero en su vida y le hizo un hijo algo que de solo imaginarlo le hierve la sangre a Diego, pero él la perdona.

Entiende que en ese momento su chiquita estaba confundida y aún sigue confundida al tener una relación con ese médico, pero él aclarará su confusión muy pronto.

Ella entenderá que ellos están destinados a estar juntos y le agradecerá todo lo que hace por ella.

Ningún otro hombre sería capaz de matar para conservar a una mujer a su lado pero el Si, Diego iría al mismísimo infierno por Belinda.

Cuando bajo a la cocina se percató de que su abuela se encuentra en el lugar.

Él es consciente de que a ella le dolerá la muerte de Fernando, pero es un daño colateral.

—¿Ya se fue esa mujer?.

Él niega con la cabeza —Pronto se irá Verónica

—No entiendo por qué a los hombres de esta familia le gustan las mujerzuelas. La única excepción es tu madre con tu padre.

—Mi madre era una Santa

—Quiero que dejes de meterte en problemas, no siempre podré salvarte.

—Te juró que no haré más locuras solamente necesito un último favor de tus amigos.

—¿Cuál?

—Quiero la custodia de mi hija

—Eso no será ningún problema, pero lo mejor que puedes hacer es alejarte de esa mujer y su hija. Nadie te obliga a atarte a ella.

Él ríe y niega con la cabeza —Las dos son mías, abuela y no las dejaré a merced del idiota del médico ni de ningún otro estúpido. Esa mujer es solo mía, tú y todos deben entenderlo.

—Nunca te he negado nada y no lo haré ahora, mi vida. No será difícil quitarle la custodia a esa mentirosa.

—A penas nazca la niña la quiero conmigo. Ella no podrá verla hasta que se case conmigo.

—¿Casarte?

—Si abuela como lo oíste, si necesitas algo estaré en mi habitación.

Él se puede imaginar lo delicioso que será la luna de miel en un lugar muy lejano teniendo a su chiquita solamente para él. Disfrutarla las veinticuatro horas del día, ese solamente será el inicio de su maravillosa vida juntos.

Con su pequeña Sara podrá amarrarla, pero debería para asegurarse de hacerle al menos dos hijos más además él sigue anhelando un hijo varón, el cual siga sus pasos.

***

La ambulancia número 205 a las 16:00 pm ha ingresado a la clínica Santa Cruz con una femenina y un masculino en estado grave debido a que su camioneta se volcó.

Al revisar sus pertenencias se percataron de que se trata de Fernando Valencia y Belinda Galván, de inmediato se comunican con los familiares de ambos jóvenes.

Lograron localizar al tío de la muchacha y los padres del joven quienes de inmediato llegaron a la clínica para pedir informes de ambos.

—¿Cómo son mis hijos?. —Pregunta Edward Galván a la enfermera en cuanto está se acerca a ellos

—Ambos están en un estado crítico y por ello están siendo intervenidos, sin embargo, la más grave es la joven. Se desprendió su placenta y por ello tanto ella como el bebé están en riesgo, necesito que firmé para practicarle una cesárea de emergencia.

—Por favor sálvenla—Le implora José Luis entre lágrimas.

Ángela no se controla y lo estrecha entre sus brazos en un fuerte abrazo.

—Haremos lo posible

—Esa mujer no me importa, me llevaré a mi hijo de acá.—Habla Olga

—Es peligroso mover al joven él también está grave. Les aconsejaría que se preparen para lo peor.

—¿Cómo es mi hermano? —Pregunta Mariana llegando

—Mal, hija. —Le dice su madre mientras la estrecha entre sus brazos

Al transcurrir unos minutos Diego se presentó en el lugar junto a su abuela.

Él está listo para poner su mejor rostro ante la noticia de la muerte de su primo.

Sin embargo, su sonrisa se borró al ver al tío de su mujer convertida en un mar de lágrimas. No necesita ser muy listo para comprender la situación.

—¡Qué haces aquí, Maldito infeliz! ¡No tienes derecho a estar aquí! —Exclama José Luis

Diego está tan atónito que no logra formular ninguna frase coherente. Debe ser un maldito error, seguramente la familia de Belinda está acá porque ellos son cercanos a Fernando.

—¡Lárgate! —Le exige Edward

—¿Dónde está Belinda?

—Mi sobrina se está muriendo y es todo por tu culpa.

—No entiendo nada nos llamaron para informarnos que Fernando tuvo un accidente ¿Cómo está mi nieto?.

—Fernando y mi hija tuvieron un accidente y ambos están en estado crítico, Doña Leticia. Los están interviniendo.

—¡Cómo están mi mujer y mi hija! ¡Tengo derecho a saberlo!. ¡Edward Dime!

—Por favor estamos en una clínica —Les recuerda la enfermera.

José Luis se alejó junto con Ángela y Wendy porque ellos no toleraron la presencia del infeliz que destrozó la vida de Belinda.

—¿Cómo está?

—Le están practicando una cesárea de emergencia

—¡Aún no es tiempo! ¡Maldita sea!.

Diego furioso se aleja rumbo al jardín para llamar al idiota de Mario quien es su hombre de confianza ya quien contrato para que manipulara el carro de Fernando. Si Belinda o su hija mueren por su culpa el mismo lo destrozara.

—¿Qué le pareció el trabajo, jefe?

—¡Eres un maldito imbécil! ¡Mi mujer resultó herida!

—¡Eso no es mi culpa! ¡Yo no tenía forma de saber que ella estaba en el carro!

—¡Lárgate porque si te encuentro te mato!

—Si me hace algo oa mi familia todos sus secretos saldrán a la luz. Recuerde que fui yo quien lo ayudo a asaltar y secuestrar a Belinda y quien desaparecio a la vieja de Gabriela. No le conviene tenerme de enemigo. —Él simplemente corto la llamada.

Diego estaba a punto de girar cuando alguien estrelló su mano en la mejilla de él en un gran golpe.

—¡No vuelvas a pegarme en tu vida, Olga!

—Quisiste matar a mi hijo y eso lo pagarás.

Él ríe —No puedes tocarme y lo sabes perfectamente, sé muchas cosas de ti querida tía. ¿A caso quieres que mi tío se entere de que te revuelcas con mi padre desde hace años? O mucho mejor que la policia se entere de quien causa la muerte de mi difunto tio Fernando.

—No sé que hablas

—Sé perfectamente que fueron ustedes dos. Sabes las cámaras de seguridad no solamente me sirven para tener evidencia de sus revolcones.

—No te acerques a Fernando ni a Mariana

—Tus hijitos no me interesan

—Diego ahora cree que me tienes entre tus manos, pero tú no me conoces. —Es todo lo que dice antes de alejarse.

Mientras tanto Emiliano se encuentra en el quirófano rodeado del cirujano, el obstetra, sus ayudantes y algunas enfermeras.

Él no ha logrado derramar ninguna lágrima desde que visualizó a Belinda entrar en la ambulancia porque sabe que no puede caer, puesto que ella lo necesita enteró.

Ella está a penas consciente mientras le realiza la cesárea y él se dedica a ejercer fuerza en su mano y mirarla a los ojos diciéndole que todo estará bien aunque él sabe que eso es una gran mentira.

Más que suplicar le ha exigido a Dios que no me quite a la única mujer que ama. La vida no puede ser tan cruel con él y Belinda.

Él sintió que su corazón se estrujó cuando escucho un llanto de bebé. Al acercarse a las enfermeras le entregaron a la pequeña envuelta en una manta color blanca.

Su cuerpecito es pequeño debido a que nació antes de tiempo, sus manos y sus pies son pequeños; y su carita tiene un tono rojo. Está repleta de cabello oscuro y sus ojos son color café.

—Princesita yo seré tu papi porque quiero serlo.

Él la tomó entre sus brazos y la acercó a Belinda, está al verla sintió que miles de lágrimas cayeron sonríe sus mejillas.

Intento tocarla, pero no logró moverse por ello Emiliano la acomodó en su pecho.

—Belinda sé que me escuchas, mi amor, acá está nuestra pequeña. Ella te necesita y yo también por favor resiste.

—Doctor debemos llevar a la niña a la incubadora —Le recuerda una de las enfermeras.

—Te cuidaremos mucho Sarita y muy pronto te veré, amor. Debes ponerte fuerte y sana —Él deja un beso en su frente mientras toma su pequeña, manito.

Emiliano se alejó para preguntarle a uno de sus colegas sobre el estado de Fernando, pero esté no mejorar darle mucha información debido a que ya finalizó la operación, pero el hombre no reaccionó.

Las próximas veinticuatro horas son críticas y si él no despierta tal vez nunca lo haga.

Él se siente triste porque a pesar de que se da cuenta de que él sigue enamorado de Belinda no lo considera un rival y mucho menos un enemigo. Es consciente de que es un buen hombre y el pequeño Aarón necesita a su padre.

Aun nadie se atreve a decir que sus padres están graves y ya no saben que escusa inventar cuando pregunta por ellos.

-¡Doctor! —Él salió de sus pensamientos cuando una enfermera se acercó a él—Está padeciendo un paro cardíaco.

Él prácticamente regresará a la habitación y empujó al doctor para ser quién la reanime. Toma el aparato y lo impacta en su cuerpo tres veces sin tener respuesta.

—¡Por favor no te vayas mi amor! —súplica entre lágrimas mientras impacta otras dos veces el aparato el su cuerpo.

—Doctor no hay respuesta.

Dos médicos debieron sostener a Emiliano quien no logró controlar sus lágrimas. El furioso estrelló su puño contra la pared.

—Hora de muerte 20:16 PM

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