Me desperté muy adolorida y confundida, puedo observar las paredes blancas y el color celeste de las cortinas.

Al percatarme de que estoy vestida con una bata blanca y un suero está conectado a mis venas me doy cuenta de que me encuentro en una habitación de hospital o clínica.

Lo último que recuerdo es haber llegado a un refugio de personas indigentes, a esa Monja tan amable y al hombre, pero esté último está borroso en mi cabeza.

—Buenos días—Una mujer entra al sitio vestida de enfermera.

Debo admitir que es muy bella. Debe tener unos veintitrés o veinticinco años.

Su cabello es pelirrojo y corto a la altura de sus hombros, ojos oscuros y maquillaje impecable.

—Buenos días ¿Qué me paso?

—Te desmayaste y el Doctor Martínez te trasladó hasta aquí.

—¿Puedes darme un poco de agua?

—Deberías levantarte hay personas que verdaderamente necesitan atención y no hay camas suficientes.

Estaba a punto de responderle cuando alguien más entro en la habitación.

Por su vestimenta blanca me percató de que se trata de mi médico. Es más joven de lo que recordaba.

Cabello rubio, ojos color café, tez clara. Calculo que debe alrededor de treinta años.

—Buenos días, Belinda. Me alegro de que recuperes el color.

—Gracias ¿y como sabe mi nombre?

—Margarita lo menciono.

—¿Me da agua?

—Por supuesto bebe despacio —Él me entrega un vaso con agua y bebí lentamente con ayuda del sorbete

—Hay más pacientes que necesitan atención y creo que sería una pérdida de tiempo llamar a la policía. —Le comenta la enfermera al médico

—¿Por qué a la policía? —Le pregunto

—Es el procedimiento presentas signos de abuso sexual.

Negué con la cabeza entre lágrimas—Nadie me hizo nada.

—Lo ves Emiliano, seguramente se dedica al mismo oficio que Margarita y a algún cliente se le pasó la mano.

—¡Yo no soy prostituta! ¡Y aunque lo fuera y si un cliente es violento de todas formas sería abuso! ¡No entiendo como alguien como tú puede dedicarse a la medicina!.

Ella está a punto de responderle, pero el Doctor le pide que se vaya y ella asiente.

—Disculpa a Rubí, Belinda. Es tu decisión, pero hechos así deben ser denunciados.

—No me paso nada, solo quiero irme a mi casa.

—Puedes confiar en mí.

—No te conozco

—Mi nombre es Emiliano Martínez. Soy Médico pediatra y realizó mi servicio social en este bello pueblo, soy soltero y sin hijos a excepción de una mimada de pelaje negro brillante y cinco años llamado Rommy quien es mi adoración y le tengo fobia a las arañas.

No pude evitar reír ante su presentación

—Eres mucho más bella cuando ríes

—Gracias

—Ese hombre que te lastimo lo puede hacerlo con otras mujeres solamente tú puedes detenerlo.

—Él tiene mucho poder, si lo denunció solamente arruinara mi vida. Aún más de lo que lo ha hecho.

—¿Eres consciente de que estás embarazada?

Asentí con la cabeza entre lágrimas —¿El bebé está bien?

Él asiente—Tienes cinco semanas de embarazo y en estas situaciones legalmente debo preguntarte si deseas continuar con el embarazo.

—Por supuesto que sí, él es inocente.

Admitiré que cuando me enteré de que estaba embarazada gracias a una prueba casera que compro Gabriela si pensé en abortar, pero luego razone y me di cuenta de que a pesar de que mi niño es hijo de Diego también es mi hijo y él no tiene la culpa de nada.

Se dibuja una sonrisa en su rostro —Me alegro escucharte, siempre he priorizado la vida. Eres muy valiente, Belinda.

—Espero serlo Doctor.

—Dime Emiliano. ¿Quieres que llame a algún familiar?

—Mi familia vive en Vallarta.

—¿Cómo llegaste aquí?

—El hombre que me secuestro me trajo acá en un avión. Como le dije es un hombre muy poderoso y cruel, sería capaz de todo si se entera de que tendré un hijo suyo.

—Tranquila —Él lleva sus manos a mis mejillas —Yo puedo ayudarte, los protegeré a los dos.

—Te agradezco Emiliano que siendo una desconocida intentes ayudarme.

—Es mi labor ayudar a mujeres y niños maltratados. Puedo contactarte con una fundación en donde tendrás todo lo que necesites para ti y tu hijo.

—Debo regresar a mi ciudad

—¿Ese tipo se encuentra allá?

—Si, pero también está mi hijo. No lo veo hace varios meses, sé que me necesita como yo a él.

—¿Tienes otro hijo? ¿Es hijo de ese infeliz?

Negué con la cabeza —No, mi Aarón es hijo del amor de mi vida. Mi pequeño acaba de cumplir siete años y es muy pegado a mí.

—Aarón, lo mencionaste mientras dormías—Noto que su sonrisa cambio por completo —Supongo que tu esposo te extraña mucho

—Soy madre soltera.

—No quiero agobiarte con más preguntas Belinda. Yo mismo te llevaré a la estación de buses, pero primero debes descansar y comer algo además quiero que veas a una ginecóloga.

—Ojalá existieran más personas como tú. Algún día te pagaré tu ayuda.

Él me devuelve la sonrisa —Mi pago es que ustedes estén bien. Margarita y el pequeñín te esperan afuera.

Reí —Le hice creer que mi padre es millonario y le pagará una recompensa.

—¿No es así?

—Ni siquiera tengo padres

—Lo siento mucho

—Está bien no puedes extrañar lo que nunca has tenido. ¿A caso me inyectaste el suero de la verdad?

—Me descubriste—Él ríe—Mejor no le permito el acceso a Margarita o podría asesinarte. Descansa y nos vemos en unos minutos.

—Gracias.

***

Acabo de charlar con la ginecóloga y está me hizo algunas recomendaciones para mi embarazo además de recetarme unas vitaminas para que los dos estemos fuerte. No me realizó la ecografía porque aún faltan algunas semanas para la primera.

En este instante me encuentro en la cafetería del hospital con Margarita y el pequeño Mateo. Raramente, ella me invito el almuerzo, simplemente comí un sándwich y el pequeño una hamburguesa al igual que ella.

—Te agradezco

—Es lo menos que puedo hacer por mí minita de oro. ¿Cómo sigues? La bruja de Rubí no me permitió verte.

—Ya estoy mejor, mi temperatura está bien y mis malestares han disminuido. No sé que habría hecho sin ti.

Ella rodea los ojos —No suelo salvar mujeres en apuros tuviste suerte Belinda

—Ya que soy tú minita de oro puedo pasar a tú casa. Emiliano me comentó que me llevará a la estación de buses más tardes y quiero descansar, tomar un baño.

—¿Por qué tu padre millonario no envía por ti?

—Porque está muy ocupado me iré en autobús hacia la ciudad y luego te envío el dinero.

Ella ríe —Ya dijiste está tonta cayó

—Entonces que planeas

—Nosotros nos iremos contigo. Seguramente en tu mansión habrá lugar para nosotros.

—Por supuesto que sí, no es bueno que el niño esté en las calles está muy chiquito.

—Es eso o dejarlo con el casero y este tiene fama de pervertido. Para complicar la situación él está así y no puede gritar ni defenderse.

Lo senté en mi regazo y él me abraza sin dejar de comer su hamburguesa.

—¿Es sordo mudo?

—Solamente sordo, pero ….

—Claro al no escuchar no sabe hablar.

Ella asiente con la cabeza

—Cuando lleguemos a la ciudad podemos ir con un doctor. La madre de mi mejor amiga es enfermera. ¿Tuvo alguna enfermedad o Nació de este modo?.

—Su maldito padre me daba golpizas desde que estaba embarazada.

—¡Maldito infeliz!.

—Yo no tuve opción, pero tú si tienes —Ella señala mi estómago

—Yo si lo quiero tener

—Eso dices ahora, pero cuando nazca y lo tengas entre tus brazos. Al verlo será como ver a ese infeliz todos los días para toda la vida.

—Tal vez sea así, pero deshacerme de mi bebé no cambiará nada. Dime Mateo es igual a su padre.

Ella asiente con la cabeza

—¿Por qué no lo diste en adopción o lo abandonaste? ¿Por qué lo cuidas tanto? ¿Por qué vendes tú cuerpo y soportas maltratos para darle de comer?.

—Por bruta

—Porque es tu hijo y lo quieres, porque él es un ser inocente. Todas las mujeres tienen derecho a elegir y yo ya elegí tener a mi bebé.

Fuimos interrumpidos cuando Emiliano se acercó a nosotras.

—Gracias por encargarte de que almuerce, Margarita.

—No es nada bombón. Yo cuido a mí minita de oro.

Le lancé una mirada y él comprendió que no debe decirle que le mentí respecto a mi padre millonario.

—Debes descansar antes del largo viaje. Puedes ir a mi habitación a dormir un rato y cambiarte de ropa—Él me entrega una bolsa —Aquí hay ropa para ti

—Muchas gracias

—Iré por mis cosas y los veo más tarde en el hotel. Gracias por cuidar al niño. —No nos permite responder nada y se marcha

—¿Qué ocurre?

—Margarita y el niño se irán conmigo a mi mansión

Él ríe fuerte —Pero no tienes una

—Cuando se dé cuenta será muy tarde.

Ella puede vivir conmigo hasta que consiga un trabajo además Mateo y Aarón se llevarán bien. Un techo y comida no les faltará ¿No le dirá la verdad?

Él niega con la cabeza —Me encanta la idea de sacarla de las calles además es difícil resistirse a esos ojitos.

Cuando terminamos de almorzar cargue a Mateo y nos dirigimos caminando hacia el hotel el cual no queda a más de quince minutos de distancia.

Subimos a la habitación de Emiliano por el ascensor y no pude evitar sentirme nerviosa debido a que es un desconocido. Pero él se ve buena persona además a mi violador lo conozco desde que tengo uso de razón y nunca me imaginé que me lastimaría de esta forma.

Nunca terminas de conocer a las personas.

—Disculpa el desorden.

Reí porque su habitación está impecable a pesar de que es un hombre. Ni siquiera yo soy tan ordenada.

—¿Por qué vives en un hotel?

—Solamente durante unas semanas trabajaré en este refugio luego me iré con mi grupo a prestar mis servicios al siguiente pueblo y no quise gastar parte de mi herencia millonaria en alquilar algo mejor.

Reí fuerte—Ya entendí

—Allí tienes la ducha —Él me señala el cuarto de baño.

Me percató de que él le hace unas señales a Mateo.

—¿Qué es eso?

—Lenguas de señas le he estado enseñando un poco. Cuando quieras te enseño.

—Me encantaría.

Me dirigí hacia la ducha con mi bolsita y me adentre en la ducha, tome un baño de unos veinte minutos.

Es la primera vez que puedo respirar y ducharme sin miedo a ser abusada.

Desde que salí del hospital he sentido una paz que no puedo explicar.

Cuando escuche que alguien tocó la puerta mi corazón se aceleró a mil por segundos. Cubrí mi cuerpo con la cortina de baño y tomé un jarrón que había allí con intenciones de defenderme.

—No te atrevas a tocarme —Le grito a Emiliano cuando él entra al baño

Me sentí una completa idiota cuando me percaté de que él está cerrando los ojos y tiene una toalla en mano.

—Olvide colocar toallas limpias

—Lo siento —Me disculpe mientras tome las toallas

—Nunca más nadie te lastimará —Es todo lo que dice antes de alejarse.

Cuando terminé de ducharme y secarme me vestí con la ropa que él compró para mí. Ropa interior color negra, una blusa roja y unos jeans azules además unos tenis color blanco.

Cepille mi cabello y salí del baño me percaté de que él está dormido en un sofá y el pequeño está arriba suyo mirando una película infantil.

Tome al pequeño en brazos y lo coloqué en la cama en donde él no tardo en dormir.

—Emiliano —Lo desperté golpeando su hombro —Duerme en tu cama

—Mi cama es para ti —Él lanza un bostezo —Descansa que el bus sale a las ocho, mañana en la tarde estarás abrazando a tu hijo y al amor de tu vida.

—Eso espero, tal vez me olvidó.

—No sería un hombre listo si olvida a una mujer tan hermosa y valiente como tú.

—¿Tú soportarías que la mujer que amas fue de otro y espera un hijo que te lo recordara toda la vida?.

—Tú no lo engañaste y no provocaste nada de lo que te hizo ese infeliz, el culpable es él y el niño no es culpable. Será complicado, pero si te ama entenderá.

—Ojalá Mi Fer piense como tú

—¿Tiraste tu ropa?

Negué con la cabeza —Es evidencia la conservaré en una bolsa

—No quiero denunciar

—Conservaré la ropa y los análisis que te realizamos en el hospital si algún día te decides a denunciar a ese infeliz solo llámame y te los entregaré además feliz de la vida sería testigo.

—Muchas gracias

Él me entrega un fajo de billetes

—Es mucho

—Es suficiente para sus pasajes. Por favor cuídate mucho y Llámame cuándo llegues, Margarita tiene mi número personal. —Él deja un beso en mi mejilla

—Estoy considerando llamarlo como tú si es niño.

—Lo haría cualquier hombre

—No cualquier hombre haría lo que tú. Algún día la vida te recompensará todo lo bueno que haces por los demás.

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