Narrador omnisciente

Diego no tardó en descubrir que no tiene los pasaportes de Belinda en la cartera y solamente debió sumar dos más dos para comprender la situación.

Se ha dedicado a seguirla durante más de diez minutos, pero la mujer no ha hecho otra cosa más que acelerar.

—¡Belinda! ¡Detente ahora mismo! —Le grita sin césar.

—¿Le disparó, señor? —Pregunta su mano derecha.

Diego contrató a Mario hace algunos meses. Lo considera un tipo peligroso capaz de realizar cualquier tipo de trabajo ya sea robar, secuestrar o asesinar.

De hecho fue el quién asaltó a Belinda y le quito el dinero que Diego le había prestado. Es la clase de hombre que él necesita a su lado, él fue recomendado por su socio.

Diego y su padre hace años hacen lavado de dinero en la empresa y para ello tienen un socio oculto quien es uno de los delincuentes más buscados, pero se oculta tras la máscara de hombre intachable.

—No te atrevas a lastimarla.

Belinda al darse cuenta de que está perdida y no podrá llegar a su destino decide arriesgarse. Toma los documentos y el dinero de su maleta y lo oculta en su cartera.

Prosigue acelerando hasta que se percata de que está llegando al primer pueblo. Ella aumenta la velocidad, pero el coche de Diego no se queda atrás y por ello idea un plan para escapar.

Cuando visualiza un supermercado repleto de personas decide estacionarse en frente de allí y bajarse del carro con la cartera en mano.

Se dedica a correr, pero Diego y sus hombres hacen lo mismo, Belinda se adentra en el lugar sin detenerse. Su corazón se siente acelerado, siente el aire no llega a sus pulmones y su cuerpo tiembla, pero es consciente de que no puede permitir que la atrapen.

Prefiere estar muerta antes que regresar al infierno de Diego, sus maltratos, sus golpes y sus abusos, eso no es vida.

—¡Belinda! —Él no deja de gritar

Ella observa que uno de los hombres que lo acompaña lleva un arma consigo y le apunta en la espalda. Este es su fin.

No lo piensa y simplemente actúa, toma el dinero que guarda en su cartera y lo lanza al suelo.

—¡Dinero! ¡Dinero! —Exclama

Dentro de pocos segundos las personas comienzan a acercarse al sitio y tomar el dinero amontonándose lo cual les impide el paso a los hombres.

Belinda aprovecha la situación y prosigue corriendo velozmente perdiéndose entre las personas.

Corre y corre logrando salir del supermercado. Aunque sabe que es cuestión de tiempo para que sea atrapada y por ello necesita encontrar a algún policía o un celular para llamar a su familia.

No comprende ni como ni cuando, pero ha logrado llegar a un callejón vacío y solitario en el cual se encuentran dos mujeres. Al costado está sentado un niño pequeño quien no tendrá más de cinco años.

—Necesito ayuda —Le pide a la primera mujer que ve

Esta mujer se ve de unos treinta años, cabello largo y ondulado. Un vestido de cuero negro cortó y maquillaje ostentoso.

—No me interesa tu vida, niña, largo que espantas a mis clientes.

—Por favor, un hombre me secuestro y abuso de mí. Él y otros hombres me siguen. —Ella no logra contener sus lágrimas

—Ese no es nuestro asunto.

Ella se desespera al escuchar los gritos de Diego a la lejanía. Ya no tiene sentido que siga corriendo.

—Tengo mucho dinero, mi papá es millonario solamente necesito un lugar para ocultarme.

—¿De cuánto estamos hablando? —Pregunta la mujer curiosa

—El dinero que quieras, por favor, un millón o dos millones, lo que quieras.

La mujer lo piensa durante dos minutos y se decide a ayudar a la mujer que tiene enfrente. Con dos millones de dólares su vida estaría más que solucionada.

Ella oculta a Belinda dentro de un tacho de basura y le coloca la tapa ocultando a la mujer.

Dentro de dos minutos los hombres se acercan al sitio y está finge normalidad.

—¡Estoy seguro de que paso por acá! —Exclama Diego para sí mismo

—Hola guapo —La mujer se acerca a él,seductora, pero esté la empuja

—Has visto a una mujer castaña, cabello ondulado. Tenía una blusa verde y jeans cortos.

—Hoy me siento bastante amnésica

Diego furioso lleva sus manos al cuello de esta —¡No juegues conmigo, puta!

—Tranquilo, señor. Dele un fajo de billetes y verá como habla la zorra.

Él lanza unos billetes en el suelo

—Tomo el autobús de aquella esquina hace cinco minutos.

—¿A dónde va ese autobús?

—A la terminal

—¡Maldita sea! —Exclama él para si mismo

Él se alejó de la mujer junto con sus hombres. Él siente que la rabia lo invade si Belinda habla con su tío este será su fin.

—¿Vamos a la terminal señor? —Le pregunta Mario

Él niega con la cabeza —Se perfectamente a donde irá, nosotros la esperaremos.

Diego se alejó cuando comenzó a vibrar su celular. Reconoció a la perfección el número y sonrió antes de responder.

—Hola, abuelita.

—Mi vida acabo de llegar a la ciudad y no está mi nieto consentido.

Reí —Así que estas en la ciudad, abuelita. No me digas que Fernando no está.

—Hablo de ti, mi consentido. ¿Cuándo vendrás a verme?

—Estoy regresando abue. Veo que no te informaron que toda la familia me odia por la boda fallida.

—Algo me comentó Anibal, pero no te preocupes, regresa pronto amor.

—¿Me defenderás?

—Siempre

Doña Leticia siempre ha tenido una enorme debilidad por su nieto Diego. Lo ha consentido y mimado en lo que se le antoja desde que es pequeño.

También le tiene cariño a Fernando, pero lo considera débil, en cambio, Diego es su vida imagen y por ello merece todo su apoyo.

Al transcurrir media hora Belinda se decidió a salirse de su escondite. Por primera vez se siente tranquila y en paz aunque es consciente de que Diego no la dejara tranquila mientras respira.

—Muchas gracias, señora.

—Soy Margarita, niña.

—Soy Belinda—Ella deja caer un par de lágrimas —Por favor me indicas donde hay una comisaría

—Solo te advierto que quiero mi dinero ahora mismo y sin líos con la policía.

—Ahora no tengo dinero, necesito un teléfono.

Ella ríe —¿Acaso crees que soy millonaria?.

—Necesito decirle a mi familia que estoy bien

—¿A tu padre millonario?

Ella asiente con la cabeza

—Bien conseguiremos un celular.

Deberías buscar donde pasar la noche porque esos tipos seguramente fueron a buscarte a la terminal.

Belinda se percata de que el pequeño la abraza de las piernas y ella comparte el abrazo. Su carita de Ángel le recuerda a su pequeño Aarón.

—¿Cómo te llamas mi amor? —Le pregunta mirándolo a los ojos pero esté no responde

—Es Mateo y no habla, caminen.

Belinda no tuvo opción y se dedicó a seguir a Margarita atravez de los oscuros callejones del pueblo. Durante el camino varios hombres le chiflaron y gritaron obscenidades.

Al darse cuenta de que está iniciando una terrible tormenta ella cargó al pequeño Mateo y lo cubrió con su chaqueta.

Luego de unos quince minutos llegaron a una propiedad en la cual se encuentran varios vagabundos, niños y madres con sus bebés, También se encuentran otras personas dándoles comida como enfermeras o monjas.

—Margarita que gusto verte otra vez —Le comenta una mujer vestida de sotana

Ella rodea los ojos —No estoy acá por gusto, necesito un teléfono para ella.

—Te veo muy pálida hija —Le comenta la mujer llevando su mano a la mejilla de Belinda quien está pálida como un papel —Están empapadas, un abrigo y un plato de sopa no les faltará acá.

—Gracias Hermana.

—Ella necesita un lugar para pasar la noche.

—Veremos que podemos hacer.

Belinda estaba a punto de agradecerle, pero en este instante comenzó a ver doble debido al mareo que está sintiendo.

—Llama al Doctor Martínez —Le ordena la hermana a una de las muchachas mientras sostiene a Belinda.

—¿Qué ocurre? —Pregunta el Doctor mientras se acerca al lugar

Belinda logra ponerse en pie frente a él durante unos segundos. Ella siente que la cabeza está a punto de estallarle y su cuerpo demasiado cansado.

—La muchacha está a punto de caerse, Doctor. La veo muy mal.

Él no pierde el tiempo y sostiene a Belinda con la ayuda de la madre. Sin embargo, cuando ella pierde la conciencia él debe cargarla en brazos para llevarla a la camilla más cercana.

Se dedica a atender a Belinda la próxima hora, pero debido a la gravedad del asunto debe trasladarla al hospital más cercano.

—Está ardiendo en fiebre, Doctor. —Le comenta una de las enfermeras mientras le entrega una compresa de agua fría para qué coloqué en la frente de Belinda

—¿Eso no es lo que me preocupa, Rubí?

—¿Entonces? ¿No entiendo por qué decidió trasladarla al hospital?

—Aarón—No deja de formular Belinda

—Es evidente que fue abusada.

—¿Está seguro?

—Es una corazonada, realice los estudios pertinentes.

Ella asiente con la cabeza —Si así fue debemos reportar a la policía, Doctor.

—Antes debemos bajarle la temperatura, es peligrosa en su estado.

—¿Qué Estado?—Pregunta la enfermera

—Otra corazonada.

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