Han transcurrido dos semanas desde que soy la asistente de Diego. Cada día con él se ha convertido en un nuevo martirio. Solo finge cuando su padre está cerca, pero sé que me desprecia.

No ha dejado de repetirme que únicamente le inspiró asco, son las palabras que utilizó mi padre antes de marcharse, me duele, me quema el escucharlas. Al parecer es mi destino tener el desprecio de los hombres, pero no me importa. El único hombre que me interesa es mi hijo, nadie más.

Estoy reunida con Cielo y otra secretaria, una mujer mayor quien fue amiga de mi abuela cuando ella trabajo en la empresa. Estamos almorzando en la cafetería ubicada en frente de la empresa

—Es una pena que María no pudo almorzar con nosotras. La señora Mariana la tiene harta con los preparativos de la boda.

—María es la secretaria de Fernando —Les recordé

—Si, pero ayuda a Mariana porque su secretaria es una inútil. Esa tipa únicamente se dedica a enseñarle las piernas a los licenciados, principalmente, a Diego.

No me imaginaba que ellas están informadas sobre la relación de Diego y Mariana. Esa pobre mujer no tiene la mínima idea de que su prometido y su mejor amiga la están engañando.

—Me imagino debe ser muy bonito casarse enamorada—Comento

—Ella está enamorada, pero él no. —Me hace saber Cielo, al parecer ellas están muy bien informadas sobre la vida de los ejecutivos.

—Cielo —La regaña la señora Nélida.

—Es la verdad, Diego la engaña con todo lo que tenga falda ¿Verdad, Belinda?

—No sé

En realidad, si lo sé porque he sido testigos de las salidas nocturnas de Diego. Incluso en la propia oficina he escuchado gemidos y posteriormente sale alguna de las recepcionistas, pero si confirmo los rumores podría meterme en problemas.

—¡Debiste llegar hace diez minutos! —Gruñe Diego cuando me ve llegar a la oficina

—El horario de almorzar consta de una hora según los estatutos. —Le recordé

—Muy pronto te equivocarás, Belinda—Me advierte sin ninguna expresión en su rostro

—Sé que no le agrado, pero no tiene opción tendrá que soportarme hasta que acabé mi mes de prueba.

—Ya te ofrecí que renuncies así evitas estos problemas

—Sé que usted no entendería lo que significa la palabra necesidad. Siempre ha tenido todo sin tener que esforzarse, pero mi vida es muy diferente. Debo cuidar de mi abuela y de….

—¿De quién? —Inquiere confuso

—No tiene sentido hablar de esto, señor.

—¡Diego! —Grita Mariana mientras entra en la oficina azotando la puerta y en compañía de su hermano.

—Por favor dime que no es verdad —Le suplica sollozando

—No sé dé que hablas —Él finge confusión

—No lo niegues Diego, yo te vi anoche con una tipa entrando a un motel. —Manifiesta Fernando

—Necesitas lentes, Fernandito. —Carcajea burlón y luego se centra en su novia— Mari amor no puedes creerle más a tu hermano que a mí, tú sabes que me odia desde que le gane la presidencia.

—Eres un idiota, Diego, aunque seas mi primo no permitiré que un mentiroso como tú engañe a mi hermana. —Gruñe Fernando molesto

Reí por dentro debido a que Fernando debería morderse la lengua antes de hablar de engaños.

—No quiero discutir frente a los empleados—Mariana me lanza una mirada. Es increíble esta mujer porque por mas dolida que este no deja de humillarme.

—No quiero entrometerme licenciados, pero el licenciado Diego estuvo conmigo anoche. —Formule captando la atención de los tres.

La licenciada Mariana me pidió que entre con ellos a la oficina de Diego. Fernando me lanza miradas asesinas y Diego me mira de una forma muy extraña, sin gotas de odio, el sabe que en este momento tengo el poder de destruirlo o salvarlo.

—No tienes porqué mentir Belinda — Formula Fernando

—No estoy mintiendo licenciado, Fernando. Nos quedamos hasta tarde trabajando en el nuevo proyecto y él me dejo en mi casa a eso de las….

—Las doce de la noche —Diego completa mi frase—Luego me fui a mi departamento

—Por favor —Fer voltea los ojos—Tú no eres considerado con los empleados y mucho menos con Belinda, no la soportas. Seguramente, la estas obligando a mentir.

—Nos estamos llevando mucho mejor. He descubierto que Belinda es muy eficiente e inteligente. —Comenta Diego

—Por favor júrame que estuviste con ella mi amor—Le suplica Mariana quien esta desecha en lagrimas

—Te lo prometo sabes que yo decidí cambiar y nunca te engañaría—Él le da un abrazo y deja un beso en su frente

Fernando azota la puerta y luego se marcha, yo no contuve mi risa mientras salí de la oficina.

***

Cielo me intento sacar información sobre mi reunión con los licenciados, pero no solté ninguna palabra. Soy consciente que si descubren mis mentiras serían capaces de correrme, pero no logre contenerme y fue una excelente jugada para ganar puntos con mi jefe.

Además, a mí no me importa si le están siendo infiel a Mariana y ella vive engañada, es lo menos que se merece después de las humillaciones a las que me ha sometido y mejor no menciono a Fernando quien se ha ganado a pulso mi desprecio.

Cuando terminé mis labores me dirigí nuevamente a la oficina de Diego porque él solicito verme antes de mi salida. Me percaté de que él está sentado en su lugar observándome de arriba abajo, como acostumbra, debo admitir que logra ponerme nerviosa.

—Sigue Belinda —Es la primera vez que formula mi nombre en muchos años

Diego no siempre fue un patán, cuando éramos pequeños teníamos una especie de amistad. Jugaba con Fernando y él en esta misma empresa porque mi abuela no podía cuidarme y me traía consigo. Sin embargo, cuando crecimos él se convirtió en un ser arrogante y despectivo, quién trata a los demás como si fueran inferiores.

—¿Qué pretendes Belinda? ¿Por qué mentiste? —Inquiere con frialdad

—No se lo imagina —Le respondo irónica

—Supongo que una mujer cómo tú debe estar muy reprimida sexualmente. Dime ¿Hace cuanto tiempo no estás con un hombre?

Reí y negué con la cabeza —No quiero sus servicios, señor

—¿Acaso crees que soy un prostituto? —Pregunta indignado

—Lo único que quiero es trabajar en paz, seguir siendo su secretaria, si usted me respeta yo haré lo mismo. —Le aseguro

—¿Si no lo hago le dirás la verdad a Mariana?

—Yo quedaría como una mentirosa si le digo a ella o al señor Fernando.

—¡No menciones a ese imbécil! —Exclama molesto

—Durante estas dos semanas he escuchado y visto muchas cosas; sin embargo, nunca he dicho nada, señor. Pienso que le conviene mucho más tenerme a mí como su secretaria. La señora Mariana nunca me vería como a una rival y, por lo tanto, no formaría escenas de celos, recuerde lo ocurrido la semana pasada.

La semana pasada Diego estaba charlando con una ejecutiva y la señora Mariana formo un gran escándalo casi arruinando un negocio importante.

—Supongo que tienes razón—Comenta dudoso

—Sé que no soy la mujer más hermosa ni la mejor presentable, pero le prometo que daré mi mayor esfuerzo porque en verdad necesito el trabajo.

—Si necesitas algo para Doña Matilde házmelo saber. —Me ofrece, por primera vez en la vida él se comporta amable.

—Se lo agradezco, licenciado, pero no es necesario. Solo reflexioné muy pronto se cumplirá el mes de plazo.

—Si sigues siendo igual de eficiente te quedarás Belinda, ahora puedes irte.

—Si señor, permiso.

Sinceramente pienso que es una excelente estrategia. Me conviene tener a Diego de aliado en lugar de enemigo. Por supuesto, no lo tolero, pero lo necesito cerca. Sería incluso capaz de fingir que me agrada cuando en realidad lo detesto como a su primo, su prometida y cada miembro de su familia.

No me gusta generalizar, pero todas las personas adineradas que he conocido se compartan de la misma manera. Humillando a los demás, no estaría nada mal darle una lección para bajarle el ego, pero en este momento tengo que fingirle una sonrisa y amabilidad.

Debo convertirme en su mano derecha y si es posible su amiga.

¿Qué podría salir mal?

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