Narrador omnisciente

Doña Matilde no deja de hablar lo cual está fastidiando a Diego, pero él finge una sonrisa ante los relatos de la señora.

—Se tardará mucho Belinda

Ella niega con la cabeza —Ya debería estar acá

—Puedo pasar a su baño

—Adelante joven Diego

La mujer se acerca a la cocina para prepararle algo especial y Diego se adentra en la habitación de Belinda para curiosear.

Es un cuarto bastante pequeño con una cama, un estante con algunos libros, un closet y una televisión pequeño.

Él comienza a buscar en los cajones y encuentra unas bragas color azul, no se controla y las toma entre sus manos, instintivamente inhala su aroma.

Muy pronto mi amor

El aroma de Belinda, la mujer que lo enloquece le fascina.

No puede evitar imaginársela desnuda entregándosele como su mujer y complaciéndolo. Cada segundo su obsesión por ella aumenta.

—¡Joven!

—Me equivoqué de cuarto —Él se encoge en hombros mientras guarda las bragas en el bolsillo de su jean

De todas formas Doña Matilde no puede ver bien debido a que no tiene sus anteojos, pero ella conoce la casa a la perfección.

Ellos caminaron rumbo hacia la cocina y siguieron charlando durante varios minutos.

—Como le decía su nieta es muy eficiente y no puedo aceptar que renuncie.

—Lo sé joven, pero no quiero que ella tenga problemas.

Lo último que desea Doña Matilde es que se repita la historia de su hija con su nieta. Por ello es tan exigente con ella.

—Ella no tendrá problemas

—La señora Olga hablo conmigo y me pidió que la convenza de dejar la empresa por el bien de ella y su hijo.

—El problema es Fernando. Él no deja tranquila a Belinda, no me gusta hablar mal de mi primo, pero él ya me advirtió que no descansará hasta convertirla en su amante para luego desecharla. A él le divierte utilizar a las mujeres humildes y bonitas como su nieta.

—Nunca me imagine eso del joven Fernando

—Es mi primo y mi cuñado, lo amo, pero no tiene límites cuando se trata de obtener lo que desea. Por eso quiero su ayuda para cuidar de Belinda y alejarla de él.

—Con más razón ella no puede volver a esa empresa. Si el joven Fernando tiene esas intenciones con ella lo mejor es alejarse.

Maldita vieja necesitó a Belinda a mi lado para controlar que ningún imbécil se le acerqué y para completar mis planes con la empresa. Piensa Diego para sí mismo.

Él niega con la cabeza —En la empresa yo puedo cuidarla

—Muchas gracias por preocuparse por mi nieta

—Belinda es una joven muy eficiente y buena persona no se merece que mi primo juegue con ella. No quiero que nadie se aproveche de ella por eso quiero entregarle este dinero.

—Esto es mucho joven —Comenta ella al tomar el fajo de billetes

—Belinda me comentó que están retrasadas con el pago del alquiler y me solicitó un préstamo.

—Muchas gracias, joven

—Lo que sea por usted y mi Belinda, digo Belinda.—Él ríe, pero ella no le presta atención

Al transcurrir unos minutos Belinda regreso al lugar acompañado de Aarón con sus útiles del colegio.

Sus ojos se abrieron como plato al ver a Diego allí. Ella creía que ya se había deshecho de él, pero no es así.

—Buenos días, Belinda —Él no deja de escanearla de arriba a abajo sin disimular.

—¿Qué hace acá?

—No seas grosera Belinda. El joven necesita hablar contigo.

—¿Cómo estás, amiguito? —Él revuelve el cabello de Aarón pero este se aparta

—yo no soy tu amigo y mejor voy a hacer tarea. —Dice el niño alejándose

—Yo preparare café, atiende al joven, Belinda.—Es todo lo que dice ella antes de alejarse

—¿Qué quieres Diego?

—Se me ocurren muchas cosas al verte con esa faldita tan pequeña. Yo debí haberte desvirgado y no el idiota de Fernando.

—Para decirme obscenidades viniste a mi casa

—Seré clara Belinda, vuelves a la empresa o haré valer el pagaré.

—Pero yo ahora no tengo dinero

—Tienes está casa chiquita, algo debe valer. ¿Dejarás a tu abuelita en la calle?. No puedes ser tan cruel con ella.

—Ya te dije que pagaré ese dinero solo necesito tiempo —Ella intenta contener las lágrimas, pero le es muy difícil —Tú sabes que tengo muchas deudas y ni siquiera pude ocupar ese dinero porque me robaron.

—Ese no es mi problema Belinda. Tienes dos opciones para cubrir tu deuda, te acuestas conmigo las veces que yo quiera o regresas a la empresa como niña buena.

—¡Porque no me dejas en paz!

—No grites que está tu abuela. Ya me dijo que se siente muy mal.

—Te pagaré Diego muy pronto encontraré otro trabajo—Ella lleva sus manos a sus mejillas limpiando sus lágrimas

—Si quieres desgastar tiempo y esfuerzo intenta conseguir otro trabajo, mi amor. Pero no lo conseguirás porque ya me encargué de ello con mis influencias. —Él lleva sus manos a sus mejillas —Eres tan hermosa así de frágil. Belinda eres solo una empleadita y podría destruirte fácilmente. También podría hacerte muy feliz si aceptas ser mía.

—Está bien volveré, pero no quiero que…

—Tú no pones las reglas Belinda. No solo eres mi empleada si no mi propiedad quiero que lo tengas presente. Si permites que Fernando u otro te toque pagaras las consecuencias.

—Cuándo le pague el dinero que me robaron me largaré para siempre.

Él ríe al recordar que hace unos minutos le entrego dinero a la abuela de Belinda lo cual aumenta su deuda. Ella tendría que trabajar al menos un año para saldar su deuda con Diego.

Él está seguro que en este tiempo podrá lograr que la mujer acepte ser su amante. Tal vez con unos revolcones se le quite la obsesión que le despierta.

—¡Qué es tan gracioso!

—Nada mi amor —Él une sus labios a los suyos en un beso corto para luego marcharse

***

Belinda debió ducharse y maquillarse para disimular que no ha dejado de llorar. No quiere que Don Edward se percate de la situación.

En este instante su abuela y ella están bebiendo café con el hombre quien no deja de observarla con nostalgia.

—Me alegra que esté bien Doña Matilde

—Muchas gracias Don Edward. Los años no vienen solos definitivamente. ¿Quiere más café?

—Si muchas gracias —Cuando la señora se alejó él se centra en Belinda —Hoy me enteré de que renunciaste Belinda y ya me imagino el motivo.

—Bueno yo…—Ella intenta formular una frase, pero no se le ocurre ninguna

—No tienes que explicarme nada, me imagino lo que ocurrió.

—Supongo que pensará como su esposa que yo solo le ocasionó problemas a su hijo

Él niega con la cabeza —Más bien pienso que es alrevez. Ya Fernando me explico que es el quién te busca y tú lo rechazas, pero mi esposa no entra en razón. Quiero disculparme por todas sus humillaciones.

—No se preocupe cada quien es responsable de sus actos además no es ningún secreto que su esposa me odia.

Él no puede formular ninguna respuesta coherente debido a que sabe que Belinda no está mintiendo Olga la odia y él sabe perfectamente la razón.

No se atreve a confesarle la verdad ni a confesarle que no fue Aníbal quien pago sus estudios y quien influyo para que ella entre en las empresas sino él y se respaldó en su cuñado.

—Olga es muy difícil, pero no quiero hablar de ella sino de ti, de tu futuro.

—No entiendo

—Quiero ofrecerte la gerencia de una de mis empresas.

—Pero yo no tengo experiencia

—Si Diego sigue en la presidencia es por tus conocimientos y necesito a alguien de confianza, esa eres tú Belinda.

—Le agradezco la confianza, pero ya regresé a las empresas Diego me necesita.

—No me respondas, en la gerencia de mi empresa ganarías más y tendrías tranquilidad lejos de Diego y Fernando, y de los asechos de mi esposa.

—Está bien lo pensaré y muchas gracias señor Edward

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