Después de nuestra charla Fernando y yo no hemos vuelto a hablar.

Hoy es viernes, el último día de la semana y mañana es sábado el día en el cual debo ayudar a Diego a cuidar a su hermanita. Sinceramente, no me molesta encargarme de una niña de pequeña, lo prefiero antes que tener que tolerar sus revolcadas con la mujer que se le ponga en frente.

En este instante él está coqueteando con la mujer que nos está enseñando las opciones de suites para su pre Luna de miel.

En verdad a los ricos les encanta viajar.

Si yo fuera Mariana me bastaría con el viaje que realizarán alrededor de Europa y otros países, pero la señorita desea pasar sus primeras dos noches con Diego en la mejor suite del mejor hotel de la ciudad.

—¡Belinda! —Diego me saca de mis pensamientos.

—Disculpa no escuchaba.

—Su marido ya escogió tercera opción ¿Está de acuerdo?.

—A decir verdad me gustó mucho, pero la iluminación y la vista de la primera me encantaron.—Que estoy diciendo —Él no es mi marido.

Él ríe fuerte —Todavía no, pero lo seré muy pronto amor. —Él deja un beso en mi mejilla mientras toma mi cintura —Disculpe mi mujer es algo penosa.

—Hacen una pareja hermosa ¿Entonces la suite número uno?

Él asiente —También quiero pasar la noche acá ¿Es posible?

—Claro Señor Valencia

En verdad estoy muy desconcertada simplemente me dejé guiar por el rumbo hacia la habitación. Cuando nos adentramos en el lugar la mujer se despidió y se marchó.

Observe el sitio y me percaté de que es más preciosa de lo que vi hace unos minutos. Además de ser enorme y tener una vista preciosa, posee decoración con almohadones en forma de corazón, pétalos rojos y velas aromáticos que le da un aire romántico.

—¿Te gusta la habitación?

—Si es muy bonita ¿Por qué dijo que soy su prometida?

—Porque esa zorra no deja de coquetear conmigo desde que charlamos por teléfono y quise ponerle un alto.

Reí —Por favor ¿Usted rechazando a una mujer?.

—Aunque lo dudes Belinda. —Él toma asiento en la cama y me indica que me siente a su lado.

—Ya es tarde y debo irme.

—Solo quiero hablar contigo sobre el préstamo que solicitaste luego de eso puedes irte.

—Está bien —Asentí y tome asiento en la cama.

—Tengo la garganta seca —Él se levanta y se sirve una copa con vino blanco me percaté de que también me sirvió a mí.

—No bebo

—Haz una excepción está vez.

—Está bien —Tome un sorbo del vino y debo decir que está delicioso.

Observo la ventana y me percato de que se está formando una tormenta. Yo amo las noches lluviosas en la ciudad.

—Belinda los préstamos se le otorgan a los empleados de mínimo seis meses en el cargo y tú llevas tres, pero haré una excepción por tratarse de ti y Doña Nélida.

—Le agradezco.

—No tienes nada que agradecer Belinda. —Él lleva sus manos a mis mejillas y deja un beso en mi frente.

Es muy extraña la actitud de Diego nunca me ha besado ni se ha portado amable conmigo. No puedo evitar desconfiar de él.

Es muy extraña la actitud de Diego nunca me ha besado ni se ha portado amable conmigo. No puedo evitar desconfiar de él.

—Como sé que es una urgencia aquí tengo el dinero Belinda aunque claro me tendrás que firmar un pagaré.

Él abre su maletín y de allí saca una cantidad considerable, lo cual consta del doble de lo que debo y un pagaré.

—Esto es mucho dinero Diego

—Preferí darte dinero de más. Haremos esto, pagas tus deudas y me regresas el resto.

—Está bien ¿Cuántos intereses serían?.

—No te cobraré intereses solo está vez Belinda, cuenta el dinero y firma.

—No desconfiaré de usted.

—Yo lo contaré por ti. Cuentas claras y amistades largas. —Él cuenta el dinero delante de mí y efectivamente es la cantidad que se refleja en el pagaré.

Procedí a firmarlo, él se quedó con el original y me entrego una copia a mí luego me entrego el fajo de billetes en un sobre color marrón.

—Belinda Matt tiene el fin de semana libre. Puedes pasar la noche acá y te llevo mañana o pido un taxi para ti.

Preferiría llevarte yo mismo mañana, son peligrosas estas horas de la noche.

—Le agradezco, pero no se vería bien que pase la noche en un hotel con mí jefe.

Él ríe —Nadie tiene porque saberlo y obviamente no dormiremos en la misma cama.

—Prefiero tomar un taxi.

—Está bien como quieras.

Me percató de que él llama a recepción y pide un taxi para Belinda Uriarte, luego le confirman que en unos minutos llegará.

Baje a la recepción del hotel luego me dirigí a la salida la cual es una calle muy transitada. Allí me dediqué a esperar a mi taxi.

Sin embargo, transcurrieron los minutos y este nunca llegó. Cuando transcurrió una media hora me decidí a cruzar la calle y tomar un autobús, la parada se ubica a dos cuadras del hotel.

Creo que es más seguro ir en un autobús rodeado de personas a ir a solas con un desconocido porque yo no confío en los taxistas.

Caminé hasta la esquina y estaba a punto de doblar hacia la izquierda cuando me percaté de que un hombre vestido de negro y con pasamontañas se posicionó enfrente mío.

A pesar de que en ese momento estaba temblando como acto reflejo me voltee y me prepare para correr, pero me percaté de que otro hombre vestido de igual forma estaba detrás de mí, pero este abordaba una motocicleta.

No comprendo como llegaron hasta mi lugar tan rápido si hace unos minutos estaba sola, pero en ese momento no lograba razonar.

—¿A dónde tan sola? —Me comenta el primer tipo y acto seguido intenta quitarme el bolso.

Sin embargo, yo lucho forzando con el tipo e incluso grito con todas mis fuerzas hasta que este sujeto saca una navaja de su bolsillo y me apunta con esta en el cuello.

—¡Maldito cerdo!

Él furioso me pega una cachetada con todas sus fuerzas. Dejándome aturdida porque nunca he recibido un golpe en mi vida.

—Estás bastante buena —El sujeto sin dudarlo rompe la blusa que cubre mi cuerpo exponiendo mi brasier y deja besos en mi cuello lo cual me asquea.

—¡Vámonos idiota! —Exclama el sujeto de la moto

—¡Belinda! ¡Suéltenla idiotas!—Cuándo escucharon un grito ellos se subieron al carro y aceleraron la motocicleta a toda velocidad

Me dejé caer en el suelo en un mar de lágrimas. No únicamente estoy húmeda por mis lágrimas sino por la lluvia que no ha cesado.

—¡Belinda! —Vuelve a formular Diego quien me ayuda a levantarme — ¿Te hicieron daño?

Negué con la cabeza

—Me robaron tu dinero Diego —Logró formular entre sollozos

—Lo importante es que estás bien, no soportaría que algo te pase. —Él me estrecha entre sus brazos y comienza a frotar mi espalda. No logró dejar de llorar. —Ya paso, estás conmigo muñeca. —Él deja otro beso en mi frente mientras acaricia mi cabello.

Me siento devastada porque la vida se empeña en ponerme obstáculos. Ahora no solamente estoy a punto de perder mi casa, sino que le debo una enorme cantidad a Diego. Porque a pesar del robo debo pagarle.

Él me cubre con su saco evitando que me moje lo cual es inútil porque ya estoy empapada.

—Vamos al hotel no quiero que te enfermes

—¿Qué haces acá?

—Al idiota del taxista se le pinchó la chanta por ello nunca llegó. Me lo acaban de avisar los inútiles de la agencia, nunca debí dejarte sola, esto es mi culpa.

—Es mi culpa por querer tomar ese tonto autobús —No logró contener mis lágrimas

Él me vuelve a abrazar —Sé que te asustaste, pero ya paso. Esto nunca más ocurrirá por qué siempre te cuidaré mi vida. —Él deja otro beso en mi frente.

Nunca en la vida me imaginé que Diego Valencia actuará así y mucho menos hiciera lo que estaba a punto de hacer.

Él unió sus labios a los míos en un suave y delicado con el cual saborea mis labios minuciosamente, sus manos acarician mi cabello.

Siento el tacto de sus labios sobre los míos las gotas de agua empapar mi piel y un frío recorrer mi cuerpo, nada de esto me parece real.

No me atrevo a apartarme ni a corresponder porque estoy congelada debido a la extraña situación.

Simplemente, no sé cómo reaccionar ante esta situación.

Luego del beso no formulamos ninguna palabra y entramos al hotel, entre en la ducha y me sumergí en agua caliente durante unos minutos luego me vestí con una ropa que él consiguió para mí.

Cuando me sentí mejor llame a la policía para levantar el acta y le describí las placas de la motocicleta.

Ellos me explicaron que al no ver el rostro era muy complicado porque se trataba de una motocicleta robada, pero la investigarían y que debía presentarme al día siguiente a realizar la denuncia formal.

Esta vez Diego me llevo en persona a mi casa y antes de que yo bajará se volvió a disculpar por dejarme sola. Ninguno de los dos hablo sobre el beso bajo la lluvia.

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