Me encuentro en la oficina de Diego redactando una carta que él me está dictando. Odio tener que realizar estás tonterías.

Le falta poco para pedirme que le dé comida en la boca.

—No me gustó esa parte.

—¿Cuál?

—Desde el principio, borra todo.

—Licenciado, ya debo ir a almorzar.

—Creo que se te hizo tarde, muñeca

—Antes de seguir con la importante carta quiero decirle algo

—Dime.

—Tengo algunos problemas económicos y necesito un adelanto de mi sueldo.

Él ríe fuerte —En esta empresa no damos adelantos, no soy beneficencia, chiquita. —Él se acerca a mí y revuelve mi cabello.

—Usted me lo debe.

Carcajea—Yo no te debo nada.

—Gano como una secretaria cuando soy su asistente.Trabajo más horas de las que debería e incluso los fines de semana.

—Sí no te gusta puedes irte— Sentencia

—De verdad necesito el dinero.

—¿Para qué?. — Inquiere

—Dejo todo el día sola a mi abuela quién tiene problemas en la vista, quisiera contratar a alguien para que la acompañe y la cuide.

—Pensaré si la empresa puede hacerte un préstamo, pero te advierto que tendrá sus intereses

—Si, señor. —Asentí con la cabeza

—Me gusta que seas obediente, Belinda. Este viernes debemos ver varias opciones de suites para la Luna de miel.

—Eso no debería verlo con su novia.

—Mariana se irá fuera de la ciudad a cerrar unos negocios, por lo cual tú irás conmigo.

—¿Qué pasará con la empresa cuando se vaya de luna de miel?. ¿Dejará al joven Fernando a cargo?.

—¿Eso es lo que quisieras verdad? Quedarte con ese estúpido, pero no tienes tanta suerte.

Él me toma de los brazos y ejerce fuerza haciéndome daño.

—Solo fue una pregunta ¡Suélteme!.

Él suelta mis brazos y sube sus manos a la altura de mi cuello ejerciendo fuerza allí.Sería muy fácil para él asesinarme.

—Te ves hermosa cuando pareces un patito mojado—Él lanza una carcajada mientras suelta mi cuello, no puedo evitar toser—Ni la empresa ni tú serán de él, Belinda.

—¿Acaso me llevarás en la maleta a tu luna de miel?

—¡Muy graciosa!

Durante los últimos tres días mi preocupación únicamente ha ido en aumento.Seguido el casero ha ido a mi casa para obtener su dinero y no me atrevo a hablar con Diego sobre el préstamo que le solicité.

Mariana ha estado insoportable debido a que debe viajar y teme que su novio realice una orgía en el departamento. No me extrañaría que lo haga.

En cuanto a Fernando, no le dirijo la palabra porque no olvidó que tiene una novia. Él inventa cualquier pretexto para que lo escuche, pero no le funcionan.

Sin embargo, hoy si intente hablarle debido a que tiene un golpe en la nariz y me preocupé.Pero no pude hacerlo porque su novia está con él.

Estoy en mi puesto de trabajo y se escuchan los gritos de su novia en la oficina de él. Le reclama el hecho de mentirle, abandonarla y engañarla con otra mujer.

Definitivamente,no ha cambiado.

Las secretarías están muy confundidas porque Fernando no suele ser un mujeriego y patán, ellas lo ven como un hombre perfecto.

Dentro de pocos segundos salió ella junto con él de la oficina. La mujer le lanza miradas asesinas a las recepcionistas y principalmente a María.

—¡Crees que no me doy cuenta como lo miras, zorra!

—¡Una disculpa, María, vámonos Jessica!. —Él ejerce fuerza en su brazo.

—¡Todas son unas zorras!— Nos grita

Ella toma un florero del escritorio de Maria y lo lanza contra la pared, si mi amiga estuviera un centímetro cerca la habría lastimado.

Me guie por un impulso y me levanté de mi lugar.Note que Fernando intenta tomar los brazos de la mujer y llama a seguridad a gritos.

Salieron de la oficina Diego y Mariana quienes se ven fastidiados; principalmente, ella.

—¡Otra vez está psicópata acosando a mi hermano! ¡No entiendes que Fer solo siente lástima por ti!

—Al menos no soy una cornuda consciente —Exclama Jessica

Intente acercarme a Fernando cuando me percaté de que su novia le pego un puntapié, pero alguien sostuvo mi brazo con fuerza.

—No te muevas —Susurra en mi oído Diego

—¡Basta las dos! —Grita Fernando —Vamos a casa Jessica y tú Mariana cállate.

—¡No me voy a callar! ¡Esta tipa está demente!—Exclama su hermana

—¡A quien llamas demente! —Ella le pega un puñetazo rompiendo la nariz de Mariana, luego toma una navaja de su bolso y la amenaza.

—¡Calma, Jessica! ¡Mariana es mi hermana!

—¡Tu madre y ella solamente quieren separarnos! —solloza ella apuntándole a él—Eres mío, Fernando.

Me quité del agarre de Diego y me acerqué a ellos, en este instante ya los hombres de seguridad habían llegado, pero no pueden hacer nada porque ella los amenaza con lastimar a alguien o a sí misma.

—¡Señorita, por favor tranquilícese! —Le ruego —Yo entiendo como se siente.

—¡Tú no entiendes nada!.

—Sé lo que se siente sentirse utilizada y desechable por la persona que amas.

—Es horrible — Solloza

—Si Fernando te hizo sentir así, lastimándolo a él o a ti no lo arreglarás.

Créeme Jessica yo intenté lastimarme una vez y solamente conseguí hacer sufrir a mi familia. Nadie vale la pena para hacer eso.

—Pero yo no tengo a nadie

—Tienes a tu madre y me tienes a mí —Habla Fernando

—No, no te tengo.Me tienes lástima cuando yo te amo con toda el alma.Nunca me has querido, siempre has pensado en otra. —Ella se centra en mí —¿Tu nombre es Belinda verdad?

Asentí con la cabeza

—¿Tú eres quien me lo intenta robar? —Ella se abalanzó sobre mí lanzándome al suelo y empuñando su navaja.

Creí que era el fin, pero alguien la sostuvo de los brazos logrando que deje caer la navaja.

—¡Sostengan a esta loca, estúpidos! —Ordena Diego a los hombres de seguridad y luego él se centra en mí —¿No te hizo daño?

Fernando me ayuda a levantarme tomando mi brazo —Belinda ¿Estás bien?

—¡Diego y Fernando! —Exclama Mariana.

Por supuesto, desea llamar la atención de su hermano y su novio quienes se ven más preocupados por mí que por ella.

Fernando fue el primero en acercarse a ella, él posicionó su cabeza hacia arriba evitando que sufra una hemorragia nasal.Unos segundos después Diego también se acercó.

Ella la abrazo y me percaté de que él rodeo los ojos.

—Ensucias mi camisa —Él se queja de las manchas de sangre en su saco

—¡No seas idiota Diego!— Exclama Fer

—¿Quien trajo a la demente aquí?

Diego nos pidió que mantengamos la calma y regresemos a nuestros puestos de trabajo.Fernando acompañó a Jessica junto con los guardias de seguridad en la patrulla.

Mariana la demando por agresión, pero yo prefiero no levantar cargos.Preferiría que ella busque ayuda profesional porque es inestable.

Fer me comentó antes de irse que hablará con su abogado para que tomen en cuenta que Jessica tiene problemas, por lo que entendí, ella es bipolar.

Estoy en mi lugar de trabajo, se escuchan los gritos de Diego y Mariana en la oficina.

Ellos tienen una pequeña discusión sobre lo ocurrido.

Le reclama que fue muy cruel con Jessica y complicó la situación, ella le respondé que él no movió un dedo para defenderla; en cambio, cuando intentó atacarme a mí si intervino.

Él responde con una risa llamándola dramática y reiterando que soy una simple empleada y lo habría hecho por cualquiera.

Técnicamente, le está gritando hasta de lo que morirá y él se mantiene calmado y ríe ante sus insultos lo cual la enfada más.

—¡Sí sigues con esa actitud cancelaré la boda!— Lo amenaza

—¡Adelante! —Carcajea

Pude escuchar esa frase porque debí entrar a su oficina debido a que tiene una llamada importante. Me percató de que su novia me asesina con la mirada y él simplemente ríe.

—Disculpen, pero tiene una llamada del Banco.

—Bien, Belinda.

—¡Siempre Belinda! —Ella me lanza una mirada asesina y luego deja un beso en sus labios —Mi amor me iré está noche, no quiero irme enfadada contigo.

—Ni yo tampoco —Él le devuelve el beso sin dejar de mirarme.

Centre mi vista en el techo porque odio ver a las parejas intercambiando saliva. No entiendo porqué lo deben hacer en público.

—¡Ay! —Se queja Diego

—Mi amor estás sangrando.

Su camisa blanca se está tornando roja debido a la sangre.

—¡Estúpida ve por el botiquín! —Ella me ordena

Me dirigí a la recepción donde la muchacha me presto el botiquín luego regrese a la oficina.

—Mariana sé te hará tarde para alistar las maletas.

—Pero, amor…

—Yo estoy bien, amor —Él deposita un beso en sus labios y ella se marchó azotando la puerta.

—Enseguida llamo a la encargada de enfermería

—Por tu culpa me lastimaron el brazo así que tú me curaras.

—Sí, señor y muchas gracias.

—No lo hice gratis, Belinda.

Él se quitó el saco y arremango su camisa hacia arriba dejándome ver su corte en el brazo. Debí inclinar mi cuerpo hacia abajo y tomar su brazo con mi mano. Rocee alcohol en un paño y limpie su herida suavemente aunque no deja de quejarse.

—Es una herida superficial.

—Pude morir por tu culpa y no jales mi brazo.

—Si no le gusta puede decirle a su novia.

Él sin preguntar llevo sus manos a mi cintura y me sentó en sus piernas.No proteste porque de esta forma es más fácil limpiar su herida.Sería aún más fácil si él cooperara y sé levantara de su asiento, pero sé que nunca lo haría.

—Sabes bastante de heridas, Mariana se habría desmayado.

—Tome clases de primeros auxilios. Además, debo ocuparme del cuidado de mi abuela.

—Doña Mati debería deslindarse un poco de ti.

—No veo porque, soy su única nieta y no me cuesta nada cuidarla.

—Pero tienes tu propia vida, algún día tendrás un marido que atender e hijos —Él lleva sus manos a mi cintura ejerciendo fuerza e impidiendo que me levanté de su regazo.

—Hace semanas aseguró que estaría ciego o demente el hombre que se fijara en mí y ahora insinúa que podría tener un marido e hijos.

—Las circunstancias y las personas cambian, muñeca. Ahora me doy cuenta de que serías capaz de complacer a cualquier hombre en la cama.

—¿Ha pensado en sus futuros hijos con la señora Mariana? —Intente cambiar de tema y recordarle que es un hombre comprometido al percatarme de que él no suelta mi cintura y sus labios están a centímetros de los míos.

—Ahora estoy hablando de ti no de Mariana.

—Ya me tengo que ir a realizar unos asuntos.

—Tú no te vas hasta terminar de escucharme, muñeca.Tu única obligación es conmigo en lo que yo necesite.En pocas palabras eres solo mía, mi propiedad.

Esas palabras me asustaron y me levanté del lugar, pero él hizo lo mismo y no tardo en acorralarme contra su escritorio ejerciendo fuerza en mis muñecas.

—No vuelvas a desobedecerme —Él me lanza una mirada asesina.

—No entiendo.

—Te pedí que no te movieras y corriste detrás de Fernando. ¿Tanto te calienta ese imbécil?.

—¡No me hable así! ¡No soy una de sus amantes! ¡A mí me respeta!.

—Debe ser porque él te desvirgo—Él ríe burlón —Y conociendo lo mojigata que eres seguramente no te has acostado con otro.

Mis mejillas se calentaron ante ese comentario.

—Es típico que las mujeres se obsesionen con el primero.Mariana es el vivo ejemplo—Él no deja de reír —Es eso, necesitas un hombre de verdad. Yo podría….

Lo interrumpí—Ni sueñe que me presentará a uno de sus amigos, yo estoy perfecta sola y no tengo porqué hablar de mi vida sexual con usted.

—Nunca permitiría que alguien más te toque, Belinda.Te adverti que me debes algo.

—¿Qué quiere?

—Todo, quiero todo de ti.

En ese instante fuimos interrumpidos por Ariel. Diego le lanzo una mirada asesina y yo aproveché para irme corriendo

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