Capitulo 140 

Gabriela se quedó sorprendida por un momento, evidentemente no esperaba que Roberto le pidiera un autógrafo. 

Sin embargo, su sorpresa fue efimera, y acto seguido tomó la pluma para firmar aquella camisa blanca. 

Bernadotte–YC. 

Su firma era fuerte y elegante, con un toque de despreocupación que la hacia bastante atractiva

Se dice que la letra era el reflejo del alma, 

A juzgar solo por la firma, nadie adivinarla que habia sido hecha por una chica. 

Entre las personas que Roberto conocía, solo Sebastián podria compararse con ella. 

Al pensar en esto, Roberto se quedó pensativo de nuevo. 

La firma de Gabriela era muy hermosa. 

¿Cómo era posible que la llamaran inútil y dijeran que ni siquiera podía reconocer todas las letras? 

¡Los rumores eran realmente destructivos! 

Si no fuera por esos rumores infundados, él no habria malinterpretado a Gabriela, y casi ofende a la persona que más admira. 

Ahora que pensaba, se llenaba de remordimientos. 

Después de firmar, Gabriela le devolvió la camisa a Roberto y se despidió de Sebastián. 

¿Ya se iba tan rápido? 

Sebastián, que jugueteaba con su rosario, se detuvo, “¿Te agrego al WhatsApp?” 

“Claro“, asintió Gabriela. “¿Yo te escaneo a ti o tú a mi?” 

“Yo te escaneo“, dijo Sebastián sacando su móvil. 

Ambos agregaron sus números de manera exitosa. 

Gabriela tomó su mochila y se dirigió hacia la salida, con la espalda erguida, su belleza radiante envuelta en una frialdad distante. 

Sebastián, adelantándose a ella, levantó la cortina de cuentas de la puerta y su voz grave resonó sobre la cabeza de Gabriela, Srta. Yllescas, en qué parte vive? ¿Le pido al conductor que la lleve?” 

“No, gracias“, rechazó Gabriela con cortesia. 

¿Lo rechazó? 

Sebastián se quedó perplejo. 

Habiendo ocupado una posición elevada desde joven, estaba acostumbrado a halagos y adulaciones, pero esta era la primera vez que alguien lo rechazaba

Y además, esa persona era una chica bastante joven. 

Asi que asi se sentia ser rechazado… 

Sebastián se quedó de pie junto a la cortina de cuentas, observando como la delgada figura de Gabriela desaparecia en el ascensor antes de retirar su mirada

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Roberto exclamo: “Hermano Sebas, nunca imagine que la Srta. Yllescas fuera el genio Bernadotte…” Si no lo hubiera vivido en came propia, Roberto nunca lo habria creido. 

Era una sensación tan surrealista. 

“Entonces, ¿todavia te atreves a menospreciar a las mujeres?” Sebastián levantó ligeramente una ceja. 

“…No me atreveria.” 

Roberto en verdad no se atreveria, su perspectiva habia cambiado completamente ese día

Antes pensaba que solo los hombres podian ser omnipotentes. 

Ahora se daba cuenta de que las mujeres también podian ser poderosas y formidables. 

Come Gabriela, por ejemplo. 

*Señor Sebas, hermano. ¿de que están hablando? No entiendo nada“, dijo Mia confundida. “¿Por qué la Srta. Yllescas no podría ser el genio Bernadotte?” 

Aunque Gabriela era joven y una mujer, no habia ni rastro de debilidad en ella, sino más bien una presencia dominante que no desmerecia estando junto a Sebastián. 

En la mente de Mia, un genio debería tener esa actitud. 

Roberto continuó: “El genio es la supuesta hija falsa de la familia Muñoz de la que te hablé anteriormente…” 

Mia cubrió su boca con sorpresa. “¿La ex–prometida de Señor Sebas?” 

Roberto asintió con la cabeza. 

*¡Caramba! ¡Esto es cosa del destino!“, exclamó Mia asombrada. “Si el genio no hubiera sido reclamada, entonces ella y Señor Sebas habrian sido una pareja. ¿cierto?” 

¿Una pareja? 

Al escuchar estas palabras, los dedos de Sebastián que jugueteaban con el rosario se detuvieron espesas pestañas ocultaron la oscuridad de sus ojos. 

y sus 

Gabriela siguió su camino hasta el banco y, debido a que era mediodía, el vestibulo estaba casi vacio, 

La chica del mostrador estaba desganada, pero al ver que Gabriela era una jovencita, se mostró aún menos interesada y preguntó sin mucho animo: “¿Qué trámite desea realizar?” 

Con un tono sereno, Gabriela respondió. “Necesito transferir el monto de un chèque a mi tarjeta bancaria.” 

“Muy bien.” La empleada echo un vistazo a Gabriela y dijo. “Por favor, presente su tarjeta de débito, identificación y el cheque.” 

Gabriela saco su tarjeta bancaria, identificación y el cheque. 

Cuando la empleada vio el cheque, su expresión desinteresada cambió a una de impacto absoluto. 

¡Dios mio! 

¿Estaba viendo bien? 

Unidades, decenas, cientos, miles, diez mil… cien mil… un millon? 

¡Noventa millones! 

El sueño y el cansancio se esfumaron en ese instante, y una sonrisa se esculpió en el rostro de la empleada, “Srta. Yllescas, ¿le interesaria realizar alguna inversion financiera? Podria recomendarle algunos proyectos 

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Capitulo 140 

bastante interesantes…” 

Gabriela levantó ligeramente la mirada, “¿Cuánto saldo tengo actualmente en mi tarjeta?” Además del sistema operativo, ella habla realizado pequeñas tareas estos días, que no habia contabilizado por ser montos menores. 

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