Capítulo 44 

“¿Cuántos evas así?”, preguntó él frunciendo el ceño y con voz grave. 

días 

Estefania nunca había estado tan agradecida de tener su período como en ese momento, incluso el dolor que le causaba parecía no tener importancia. 

“Dos días”, respondió ella apretando los labios con sequedad. 

El aura de su alrededor se oscureció instantáneamente, y aunque no podía ver claramente su expresión, Estefanía pudo sentir cuánto le molestó. 

Justo entonces, el zumbido de un celular vibro en el bolsillo de la ropa que él había dejado a un lado. Alguien lo estaba llamando. 

Al ver que él no hizo ningún movimiento, Estefania se armó de valor y dijo: “Tu celular”. 

Carlos no era sordo. Esperò a que el celular sonara por segunda vez antes de sacarlo y trató de contener su furia. 

Estaba a punto de colgar y apagar el celular, pero en el momento que vio quién llamaba, se detuvo. 

Miró a Estefanía, pensó por unos segundos, y luego le volvió a poner la manta encima antes de levantarse y caminar hacia la otra habitación. 

Aunque atendió la llamada en el balcón del salón, Estefanía todavía pudo de una mujer que salió del teléfono: “¿Carlos?”. 

ar vagamente la voz 

“Entendido”, respondió Carlos después de escucharla por unos momentos y dijo con voz baja: “Iré enseguida”. 

Colgó la llamada, se quedó en silencio durante un largo rato y luego giró la cabeza hacia el dormitorio: “El lunes que viene, ven a mi oficina a firmar el contrato”. 

Estefanía se quedó tumbada en la cama escuchando cómo Carlos salia del apartamento y cerraba la puerta, y suspiró suavemente en la oscuridad. 

Abajo. 

Rafael estaba esperando junto a la puerta trasera del auto. Al ver bajar a Carlos, dijo en voz baja: “Sr. Carlos, puede que no lleguemos a tiempo, ¿deberíamos retrasar la hora de la conferencia de prensa?”. 

Carlos pensó que estaba loco. 

En cinco horas, se celebraría un evento internacional que había estado preparando durante medio año, y él era el anfitrión. Sin embargo, había vuelto de su viaje al extranjero precipitadamente por una llamada de un minuto de Estefanía. 

La tensión que emanaba Carlos hizo que Rafael se detuviera a mitad de la frase, cerró la boca y agacho la cabeza. 

Antes de subir al auto, Carlos miró hacia la ventana del décimo piso.. 

Luego, con voz grave, dijo: “Retrásalo una hora”. 

“Además, consigue un auto para llevar y traer a Joaquin”. Ese auto que Estefania había pedido prestado sólo costaba como 2 mil dólares, no era ni siquiera suficiente para que Joaquin jugara con él. 

Ella era muy pobre. 

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13.05 

“Si, entendido”, respondió Rafael con respeto. 

“Y otra cosa, hemos estado rastreando a Fénix durante varios días, y anoche alrededor de las once y pico, hubo una señal sospechosa que apareció por unos segundos en este edificio, entre el sexto y el séptimo piso. Estamos investigando los antecedentes de los residentes de esos pisos”, dijo Rafael mientras le pasaba una tablet. 

Carlos miró el punto rojo parpadeante en la tablet y no pudo evitar fruncir el ceño. 

Fénix probablemente habia detectado a los hackers que lo seguían, por eso dejó evidencias tan obvias, sabia sin tener que pensar que era una trampa. 

Eran unos inútiles, Fénix habia estado jugando con ellos. 

“Investiga a todas las personas que entraron y salieron del edificio anoche”, dijo mientras lanzaba la tablet de vuelta. 

“Si, jentendido!”. 

Cuando Estefanía abrió la puerta por la mañana, Rafael estaba allí parado como un guardian. 

Al verla, la saludó respetuosamente: “Buenos dias, señorita”. 

Estefanía se sobresaltó, pensaba que habia venido a recoger a Joaquin, asi que dijo en voz baja: “Le prometi a Joaquin que lo llevaría a desayunar, puedes llevártelo después de eso”. 

“No es eso, el Sr. Carlos está fuera del país ahora, y el Sr. Joaquín tendrá que quedarse con usted unos dias más, explicó Rafael inmediatamente. 

Mientras hablaba, sacó un llavero y se lo ofreció a Estefania: “Elija un auto, señorita”. 

Estefanía miró las cinco llaves de auto en la mano de Rafael, frunció el ceño y dijo: “No necesito uno, ya tengo auto 

“El señor Carlos dijo que ese auto que cuesta solo un par de miles de dólares, mancharía el prestigio lugar al llegar a la entrada de la escuela, el señor Joaquin es alguien prestigioso”. 

del 

Estefanía tomó una profunda bocanada de aire y se quedó mirando fijamente a Rafael sin decir nada. 

Claramente eran barbaridades que sólo Carlos podia decir. 

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