Capítulo 16 

El anciano dio unas toses ahogadas y respondió con su voz ronca: “Antonio, ¿alguna vez pensaste que ella también es tu hija…? Sabías cómo era Sofia y aun así dejaste que se llevara a Estefanía con los Mendoza, que las cosas hayan salido así es culpa tuya como padre, no de Estefanía”. 

“¿Mi culpa? ¿No viste cómo Estefanía trataba a Fabiola cuando eran pequeñas en casa? Si la dejaba aqui era ser injusto con Fabiola y Laura”. 

El anciano tosió de nuevo, como si tuviera algo atorado en la garganta. 

Estefanía empujó la puerta con fuerza y entró, el golpe de la puerta contra la pared resonó fuertemente y los de adentro se llevaron un buen susto. 

Antonio se levantó por la furia, pero al ver a Estefanía con la cara fría, se tragó sus palabras. 

Ella pasó de él como si fuera transparente, se acercó a la cama del abuelo López y puso una bolsa de medicinas en la mesita de noche 

“Acabo de traer estas medicinas de un amigo, si las combinas con las que traje ayer del extranjero, funcionarán mejor, abuelo, pruébalas luego”, dijo Estefanía suavemente al ver un llamativo manchón de sangre en el pañuelo que sujetaba el abuelo. 

“¿Desde cuándo tienes amigos en este país?”, preguntó Antonio sin poder contenerse. “¿Te importa?”. Estefanía se volteó y le lanzó una mirada fria hacia Antonio. 

El anciano ya estaba en un estado tan malo que hasta tosía sangre, y Antonio aún podía decir esas cosas delante de él, ¡qué hijo tan devoto! 

“Estefanía tú…”. Antonio frunció el ceño. 

“Además, ve a preguntarle al Sr. Silva qué dijo Omar de los López anoche. Si tanto te gusta Omar, está bien, deja que Fabiola se case con él, o casate tú”, dijo Estefania con una risa fría y no lo dejó terminar de hablar. 

Antonio se puso pálido de ira: “¡Qué estás diciendo!”. 

Estefanía respondió con calma: “Lo siento, no me gusta levantar lo que 

la basura” 

otros dejaron en 

Luego, se giró hacia el abuelo: “No se preocupe abuelo, cuando sea el momento, traeré a un hombre adecuado para que lo conozca. Usted sólo cuídese y no se enfade tanto por mi”. 

El abuelo López suspiró al mirarla: “Es mi culpa, no investigué bien a esas personas”. 

Después de lo sucedido con los Mendoza, el futuro de Estefanía se convirtió en una gran preocupación para el anciano. Al ser diagnosticado con cáncer de pulmón en etapa 

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avanzada hace dos meses, se desesperó, por eso quiso que Estefanía regresara y que tuviera citas a ciegas. 

Sabía que una vez que él muriera, Estefanía perdería su último apoyo. Eso fue lo que le llevó a cometer ese error. 

“No hay problema, abuelo, conocer la apariencia no significa conocer el corazón, no es su culpa”, le sonrió Estefanía, le sirvió un vaso de agua tibia, abrió una caja de medicinas y se la dio a tomar en sus propias manos. 

Hizo todo como si Antonio no estuviera. 

El abuelo tomó la medicina y en pocos minutos, su tos empezó a calmarse. 

Al ver eso, Estefanía también se sintió aliviada, 

Había conseguido esa medicina milagrosa con mucho esfuerzo. 

Al anciano no le quedaba mucho tiempo, Estefanía esperaba que pudiera vivir 

que pudiera vivir sus últimos días con el menor dolor posible. 

Ella le guardó los medicamentos al anciano y luego giró la cabeza para mirar a Antonio que estaba al lado y le dijo con frialdad: “Si mi presencia en la familia López incomoda tu esposa e hija, entonces me iré, no te preocupes. Tú no quieres verme y, la verdad, yo tampoco tengo ganas de verlos a ustedes”. 

“Estefania, pero tú no tienes cómo mantenerte, estando sola afuera…”, el abuelo López se alarmó al escucharla hablar asi. 

“He estado estudiando en la escuela de cine estos años y he tenido algunos trabajos como actriz de vez en cuando. Aunque los papeles no fueron importantes, algo de dinero he ganado”, respondió Estefanía con voz suave para tratar de tranquilizarlo, “No se preocupe, tengo ahorros”. 

Después de despedirse del anciano, Estefanía volvió a su habitación. 

De todas formas, trabajar alli siempre fue incómodo, y habia riesgo de que descubrieran lo que hacía. Ahora que se había presentado la oportunidad de irse, era mejor para todos. 

No tenía muchas cosas, así que empacar fue fácil. Mientras acomodaba la ropa, le entró una llamada a su celular. 

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