Capítulo 11 

Media hora después, Carlos entró a la casa de los López con una cara que no prometía nada bueno. Joaquin lo vio desde el jardín y corrió hacia él con sus piernitas gorditas. 

“¡papá, papá, papá!”. 

Al escuchar a Joaquin llamarlo asi, Carlos sintió como si su corazón hubiera sido apretado y una presión en el pecho que no podía liberar. 

“El bisabuelo dijo que papá no volvió a casa porque… fue a buscar a mamá”. Joaquín se zambulló en los brazos de Carlos, se agarró fuertemente de su pierna y con sus grandes ojos empañados, balbuceó apuradamente para explicarse. 

Joaquin extrañaba a su mamá, 

Asi que cuando su bisabuelo dijo algo tan casual como que Carlos habia ido a buscar a su mamá, se lo grabó en su cabecita y se quedó esperando, incluso cuando se hizo de noche y él ya estaba somnoliento, Carlos todavía no había regresado a casa. 

No podía esperar más para ver a su mamá. 

Fabiola lo siguió de cerca, estaba preocupada por si se caía, se acercó a Carlos para explicar en voz baja: “Un empleado vio a Joaquin merodeando sólo cerca del muro de nuestra casa, ni idea de cómo llegó alli”. 

Carlos bajó la mirada hacia el pequeño rebelde. 

Tenía sólo tres años y ya se escapa de casa, era increíble. 

Pero al escuchar la palabra “mamá” de boca de Joaquin, se contuvo de reaccionar y se agachó para levantarlo con un brazo, 

Fabiola le echó un vistazo a Carlos, y al ver que parecia querer irse, sugirió suavemente: “Joaquín se quedó dormido hace un rato, ¿por qué no lo dejas aquí para dormir conmigo esta noche?”, 

Carlos y Fabiola se miraron por un momento y él respondió con indiferencia: “No hace falta, es muy quisquilloso con su cama”. 

Joaquín murmuró: “Joaquin está cansadito”. 

“¡Cansado y te escapas de casa!”. Carlos le dio un palmazo en el trasero. 

“¿Escaparse de casa?”. Joaquin parecía confundido, claramente no entendió lo que Carlos quiso decir. 

12-13 

Carlos no podia entender porque con la inteligencia de Joaquín, a sus tres años no entendía ni un refrán y cómo habia llegado sólo a la casa de los López, que estaba a varios kilómetros de distancia. 

Pero preguntar era inútil, con el limitado vocabulario de Joaquín, explicarlo tomaría hasta el amanecer y seria como hablarle a la pared. 

“Volvamos a casa”, dijo con una voz firme que no dejaba lugar a discusión. 

Joaquin miró hacia atrás a Fabiola, quien le había dicho que si se quedaba, le mostraría una foto de su mamá. 

Joaquin inclinó su cabecita, pensó por un rato, se agarró al cuello de Carlos y dijo: “Papá, a Joaquin no le importa la cama”. 

“Joaquin dormirá con la tia”. 

Carlos frunció el ceño, sólo tenía tres años y ya estaba interesado en las mujeres, impresionante. 

Fabiola se sintió nerviosa por dentro, pero se alivió al escuchar a Joaquín y dijo suavemente: “No hay problema, mañana no tengo clases y tampoco tengo obras o llamados”. 

Carlos la miró y notó algo más en sus palabras. 

Fabiola tenía grandes ambiciones, él lo sabía. 

Con la ayuda de su abuelo, ella conseguía un par de grandes papeles al año, algo que nadie más en la industria del entretenimiento podía hacer, y todavía no estaba satisfecha. 

Si no fuera porque ella era obediente y sensata en otros aspectos, Carlos no la habría tolerado. 

Después de un largo silencio, dijo: “La situación financiera de los López no es tan mala, el abuelo se encargará de ello”. 

Al escuchar eso, Fabiola supo que la familia Mendoza ya estaba ayudando con el escándalo financiero de los López y se sintió mucho más tranquila. 

La Compañía de Entretenimiento López dependia sólo de ella para dar la cara, los novatos aún no estaban a la altura, asi que en esos momentos críticos no podian permitirse ningún problema, la presión sobre ella era enorme. 

Apenas había tomado un respiro cuando vio a Carlos darse la vuelta para marcharse, claramente no tenia intención de quedarse a dormir alli. 

De repente, Fabiola recordó algo más, se apresuró a seguirlo y lo llamó: “¡Carlos, es muy 

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tarde…!”. 

Joaquin estuvo a punto de meterse en un llo y Carlos ya estaba bastante molesto como para que, encima, Fabiola se pusiera insistente y exigente esa noche, lo que lo irritó aún más. 

Él se giró, le echó una mirada, sacó de su bolsillo una pequeña caja de brocado y la lanzó despreocupadamente al regazo de Fabiola, “Se me había olvidado, esto era para ti”. 

Sin mirar atrás, se llevó a Joaquín y se marchó de la casa de los López. 

Fabiola casi no atrapó la caja, pero cuando finalmente la sostuvo, Carlos ya se había ido 

en su auto. 

“¿Qué te ha dado?”, preguntó Laura, salió detrás de ella y rápidamente tomó la caja de manos para abrirla y echar un vistazo. 

“Dios mio…”. Laura exclamó sorprendida. 

SUS 

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